01/04/2021
 Actualizado a 01/04/2021
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Asistimos, atónitos, a una revolución mediática, (los malos tratos recibidos por Rociito durante años a manos de su ex, Antonio David, de profesión picoleto en excedencia y contertulio de pro), que ocupa horas y horas de la programación de Telecinco, y que tiene embelesados a millones de espectadores. Que suceda algo así, en un país que ha sufrido la muerte de cien mil de sus habitantes y que ha perdido un millón de puestos de trabajo por culpa de la peste que soportamos desde hace un año, es desalentador. Que, además, la ministra de Igualdad haya sido tan torpe como para entrar en el debate, es repugnante.

Está claro que el futuro, lo que quede después de esta tragedia, será de las mujeres. Ellas son más fuertes, más resistentes, más listas y más trabajadoras que los hombres, algo que es sabido desde que el mundo es mundo, pero que durante el tiempo en que han mandado las religiones monoteístas en la sociedad, (dos mil años, más o menos), se quiso olvidar. Las mujeres, por tanto, no necesitan que una ministra, por muy de Igualdad que sea, las defienda. Uno, que en algunas cosas es un adelantado a su tiempo, siempre tuvo esto claro y en su casa siempre mandaron las doñas y tan contento.

La gente de Podemos quiere salvarnos, desengañaos, y somos tan miserables que no queremos darnos cuenta de su ímprobo trabajo. Quieren salvarnos de nuestra miseria, de nuestra inacción, de nuestra falta de objetivos a largo plazo. Me recuerda, ese empeño, a la actitud de los Estados Unidos con respecto al resto del mundo. Se pasan todo el santo día luchando por llevar la ‘Democracia’, su ‘Democracia’, al más remoto país del planeta, aunque este no quiera. Llevados por su ‘excepcionalidad’ como nación, sólo reconocen sus valores y anhelos, olvidándose de todos los demás, incluidos aquellos que tienen una cultura mucho más antigua que la suya y que, con ella, han vivido felices miles y miles de años. Nos mienten: es sólo un pretexto para esquilmar toda suriqueza, para apoderarse del petróleo, del oro o de cualquier fuente de poder, Lo han hecho durante toda su historia como nación, matando, si hiciese falta, a todos los que se oponían, aniquilando culturas enteras. No, no es, esta forma de actuar, exclusiva de los liberales capitalistas, (qué es lo que son y orgullosos de serlo). Los imperialistas del siglo XIX hicieron lo mismo. Y los comunistas, para que contaros. Podemos actúa, a pequeña escala, de la misma manera. Pensemos lo que pensemos los demás, estamos equivocados y sólo ellos nos liberarán, aunque no queramos.

Imponer una ideología al resto de la sociedad, a sangre y fuego, o de manera más sibilina, es la antítesis de lo que entendemos por Democracia. La opinión de uno, la verdad, no debería ser tomada en cuenta, porque soy un descreído y tengo claro que, por mucho que se intente, no lograremos cambiar a los hombres, criaturas que siempre, siempre, vuelven a cometer los mismos errores que cometieron sus antepasados, Periódicamente volvemos a revivir a los fantasmas que creíamos encerrados bajo siete llaves, y, así, renacen conceptos como el nacionalismo, el comunismo o el liberalismo salvaje que impiden que nos pongamos de acuerdo entre nosotros.

Lo de Rociito y su maromo maltratador es un síntoma. Estamos enfermos, muy enfermos y no queremos admitirlo. Por supuesto que el maltrato es asqueroso y que debemos hacer todo lo posible para que nunca se produzca; pero poniendo el foco en una pareja tan mediática y famosa, (qué con este cuento cobrará una ‘jartá’ de millones), nos olvidamos de las mujeres que no tienen más remedio que convivir con un hijo de puta que las hace la vida imposible y que sólo pueden esperar para ser reconocidas a su muerte; una noticia de dos minutos en los telediarios, ni siquiera los quince minutos de fama que decía Andy Warhol, sólo dos...

Mientras Telecinco se forra con esta estupidez, que no merecería ni una mención a pie de página, nos olvidamos de los muertos del coronavirus, de los parados, de los viejos que aun no han recibido la puta vacuna, (que todavía los hay), del paripé de las mociones de censura, de las elecciones anticipadas, del dinero público malgastado comprando mascarillas, respiradores o vacunas que desaparecieron como en un truco de magia, del miedo que quieren que tengamos a lo desconocido, de los miles de millones de euros que ganarán las multinacionales farmacéuticas, de los escrúpulos nacionalistas para impedir que recibamos, con los brazos abiertos, los viales rusos o chinos... El hombre, por desgracia, no espabila y así nos va... No nos queda más que esperar la revolución, la pobreza, la muerte.

Salud y anarquía.
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