02/06/2017
 Actualizado a 19/09/2019
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No soy nada futbolera. Menos aún desde que comprobé las ingentes cantidades de dinero que mueve este deporte y que en muchas ocasiones la política mete el hocico por encima de sus posibilidades. También ayudó a mi desencanto que alguien tratara de convencerme de las bondades del baloncesto. Eso sí, soy culé –por padre– y antimadridista –por picar al resto de la familia–. Tampoco me he fijado mucho en el equipo de la ciudad, quizás porque no hice vida aquí hasta bachillerato y en esos años no coincidí con nadie que les siguiera también en las derrotas. Cómo ha cambiado el asunto. Ahora, al menos, la Cultural ha conseguido que a León le llegue un poco de la ilusión que solo había quedado para los que vienen a pasar el fin de semana al ver por primera vez la Catedral o al catar una de las tapas del Húmedo. Y es de celebrar teniendo en cuenta que las alegrías de esta provincia se cuentan con los dedos de una mano y son difíciles de encontrar. Tengo a alguien que volvió un año después y pudo ver que al León que había dejado triste por fin le había cambiado la cara, aunque sólo fuera por unos días. Sí, por el momento sólo ha sonreído el fútbol, pero esperemos que la risa sea contagiosa y el optimismo llegue a los que, de verdad, tienen que apostar por esta tierra para que no siga liderando únicamente las noticias de despoblación. De momento bastaría con que no salieran más maletas. Luego será el turno de lograr que regresen las que ya se han ido.
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