Ricardo Puente reconoce que la visión que ofrece de la ciudad de León en esta publicación resulta un tanto «idealizada» de lo que le da carácter a la ciudad que es su casco antiguo. «Hoy en día todas las ciudades son prácticamente iguales y lo que las caracteriza, lo que diferencia a unas de otras, son sus monumentos principales y la estructura de su casco antiguo, que es lo que el turista viene a ver a León», sostiene Puente, para quien la idea del libro que la próxima semana se presenta «es plasmar en imágenes lo que el visitante del casco antiguo puede encontrarse en su recorrido: los monumentos, las calles reviradas, las plazas... todo ello bajo el formato de un álbum fotográfico».
Lógicamente, durante las últimas décadas, la ciudad de León ha cambiado su fisonomía, afectando también a esos lugares emblemáticos que publicaciones como la que aquí nos ocupa recomiendan conocer. «Ha cambiado bastante. Recuerdo que cuando era niño el casco antiguo era básicamente adoquinado, un adoquinado rústico de canto rodado tapado con cemento que se ha ido sustituyendo por pavimentaciones más funcionales. En este sentido sí que van cambiando las cosas, a veces para mejor, como la peatonalización del entorno de la catedral, algo por lo que abogué públicamente a través de un artículo. A uno le puede gustar más o menos cómo se hizo, pero el hecho de que se haya peatonalizado toda la zona pienso que es positivo para la ciudadanía en general y para el monumento especialmente», asegura el fotógrafo, escritor y responsable junto a Soledad Alija de la Editorial Albanega, que se ha hecho cargo de la edición de este álbum. En opinión de Ricardo Puente, desde el punto de vista fotográfico la ciudad de León sigue ofreciendo un enorme atractivo, sobre todo en sus rincones. «Los monumentos están muy bien, pero donde yo encuentro todavía un mayor aliciente es en los rincones que puedes encontrarte en las calles Matasiete o Plegarias. Siempre hay un rinconcito que en si mismo no tiene nada susceptible de interés, pero que a su vez reviste un gran encanto. De hecho, de alguna manera, la foto de la portada del libro es una declaración de intenciones porque podía haber utilizado una imagen de la Catedral o la Basílica de San Isidoro y sin embargo he preferido una imagen nocturna de la Plaza Mayor, que también es un monumento con su Consistorio viejo, pero no es lo más espectacular, dando esa idea de lo atractivo que pueden ser una serie de construcciones clásicas e inspiradas en la arquitectura tradicional en un entorno agradable. Yo creo que eso es algo por lo que tenemos que luchar para que la ciudad conserve».
Durante meses se ha hablado mucho de la remodelación de la plaza del Grano con voces a favor y en contra. Puente, que conoce muy bien uno de los enclaves más emblemáticos de la capital, considera que estamos ante la plaza más bonita de la ciudad de León. «La he fotografiado de día, de noche, con nieve y sin nieve. Cuando me enteré que iban a remodelar el empedrado y los accesos lo primero que me recorrió por el cuerpo fue un escalofrío. Todavía no me atrevo a juzgar la intervención porque aún no está acabada. Pero sí que es cierto que hay una parte importante en todo este asunto que es la gente que vive en ese entorno y la que no reside pero que también quiere disfrutar de ese paraje. En este sentido te diré que un día intenté llevar a una persona en silla de ruedas y tuve que desistir porque resultaba imposible. Ese día tuve una sensación de impotencia muy desagradable», asegura el fotógrafo, escritor y editor, que reconoce que a día de hoy tiene el corazón partido. «Por un lado soy consciente de que hay que encontrar una solución para que la gente que reside allí pueda hacer una vida normal, que siempre resulta más complicado en una zona monumental como la que nos ocupa. Pero, por otra, hay que conservar su esencia. Vamos a ver cómo queda finalmente, pero intento ser optimista».Treinta años y otras tantas publicaciones contemplan la actividad editorial de Ricardo Puente, para quien lo complicado no está en la edición sino en la venta. «Los libros parece que es algo pasado de moda y algunos nos resistimos a que esto sea así. Y no lo digo porque el hecho de que viva de los libros, sino que a mí los libros me gustan. Yo siempre digo que los jóvenes de hoy, cuando tengan 60 o 70 años, probablemente no tengan ninguna foto de su infancia. Se habrán hecho miles pero seguramente se habrán perdido en un ordenador o en un cambio de teléfono. Pero las fotos que estén impresas en papel siempre permanecerán. Los medios digitales están muy bien, tienen sus posibilidades y hay que valorarlos, pero sigo pensando que el soporte físico, en este caso el papel impreso, no debe perder su presencia».