Doble de rojo que de amarillo... marca España. La de verdad. La de la gente.
De repente, uno de esos contratados con sueldos mareantes tuvo una ocurrencia: «Marca España». Y lo malo no son las ocurrencias, es que se las compran, las imponen, las llevan a los telediarios, creen haber inventado la pólvora, lo repiten los que reciben el correo como hacen con las consignas de cada mañana emanadas desde un despacho parecido al de «marca España».
Hasta que despierta el paisano con retranca que tantos españoles llevan dentro y empiezan a defenderse, y le llaman marca España a una de esas frases de nuestro ex-Mariano que ha hecho furor, –«la cerámica de Talavera no es cosa menor», por ejemplo– o en una noticia cuelan aquello de «cientos de catalanes ingresados con la marca España en diversas zonas del cuerpo».... por no viajar a Bárcenas o Pujol o Chaves...
Esa sí es marca España, la retranca, y el chiste que precede a la noticia y viaja de boca en boca, como ocurrió siempre. Para qué viajar más lejos en una tierra donde llegó a correr el rumor de que el alcalde movió la imagen de la Inmaculada «porque se entendía con Guzmán».
Esos, los que se defienden, los de a pie, también son dignos portadores de la marca, los que volverán a ‘desfacer’ el entuerto, los que saldrán de esta como han salido de todas... con retranca. Y marca.
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