Responda otra vez

En la toma de decisiones importantes es donde un profesional de la política se la juega. Y por eso quienes peregrinamos por el devenir de nuestra existencia a lo largo y ancho de esta vetusta piel de toro hemos respirado con alivio al escuchar al reverendo Sánchez en su más reciente homilía –para ganarse aún más el apodo ahora las pronuncia los domingos a la hora del vino– que la desescalada en los campos de fútbol no será asimétrica y que todos permitirán la entrada de los aficionados en la misma fecha. Concretamente, abusando una vez más de esa falsaria solemnidad en el lenguaje con la que pretende ocultar discursos que en realidad claman al vacío y levitan sobre la nada, monseñor Sánchez aseguró que «no sería legal desde el punto de vista intelectual» que unos equipos pudieran jugar con el apoyo de su afición y otros no.

Ya se queda uno más tranquilo, estará usted de acuerdo conmigo. Las cosas como son. Y al Pedro lo que es del Pedro. Aunque he de reconocer que al escuchar esa expresión entrecomillada me vino a la memoria el mejor programa de televisión de la historia. «Por 25 pesetas, dígannos decisiones de los gestores de la cosa pública que no han sido legales desde el punto de vista intelectual durante la cruel pandemia del coronavirus y el proceso de desescalada. Un, dos, tres... responda otra vez», proclamaba Mayra Gómez Kemp en mi viaje al pasado de este domingo. Y sin miedo a que ‘las tacañonas’ tocasen la campana por equivocarme, comencé a ganar monedas de cinco duros. Permitir eventos multitudinarios hasta después de los aquelarres feminazis mientras ya se prohibían los previstos a posteriori. Desaconsejar entonces el uso de mascarillas que ahora es obligatorio. Dejar a los profesionales sin materiales de protección. Tener la sanidad bajo mínimos y negar una cama de hospital a los mayores de las residencias. Y verles tirándose toda esta mierda a la cabeza, como si los pedos de unos olieran a rosa y los de otros a guano de gaviota. O como si unos measen perfume y los otros infusión de marihuana. Solo gané 125 pesetas, pero al menos pude ver que la mierda, al contrario que la justicia, es igual para todos.