Dicen los forenses en defensa de su cadavérica profesión que «nadie cuenta más cosas que un cadáver». Y parece que no les falta razón, al menos en esas series que se han puesto tan de moda, CSI, Mentes criminales... y un largo etcétera de países diferentes.
Si llevamos esta realidad al mundo de los seres no vivos, valga casas entre ellos, también encontramos edificios muertos que hablan más que muchos que aún están en su esplendor.
Mira el ejemplo, ahí lo tienes. De entrada la pared advierte a la ventana que aún se mantiene en pie: «Resiste o te ciegan»; que es lo que han hecho con su hermana de pared, cuando la intemperie acabó con su resistencia la cegaron para siempre. Ni desde el interior podrás ver el mundo que nos rodea, ni desde el exterior se puede adivinar que restos de la vida pasada y vivida se apilan arrumbados en un rincón oscuro.
La ventana,que ya perdió los cristales y un trozo de madera la sujeta, aún conserva aquellos colores llamativos que en las últimas décadas del pasado siglo se pusieron de moda en nuestros pueblos, como una protesta silenciosa contra tantos años grises que nos había tocado vivir. Colores que hablan de vida, como las paredes muertas.
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