Reserva de la biosfera

Ya hemos hablado sobre este tema en ocasiones anteriores, pero permítanme que insista, por la importancia ambiental, económica y social que lleva aparejado. León tiene, seguramente, el privilegio de contar con el mayor número de reservas de la Biosfera del planeta. Todo el arco noroccidental de la provincia ha sido galardonado con la medalla que la Unesco concede a aquellos territorios que son sobresalientes por su paisaje, por su paisanaje y por sus tradiciones. Ahora, la JCyL quiere concentrar la gestión turística de todas las reservas de este engendro comunitario (las 7 de León, más una segoviana, otra salmantina, y una más transfronteriza) como mejor modo de potenciar su oferta turística a nivel nacional e internacional.

No se valora, adecuadamente, lo que significa esta figura ideada para sobresalir a lo merecedor frente a lo mediocre, aunque lo más mediocre tenga el éxito del gran público que elige la masificación frente a lo ocasional, el ruido frente a los silencios, la mala comida y peor servicio, a la comida tradicional ligada a los productos del lugar, los que eligen ver muchas cosas en muy poco tiempo frente a los que quieren dedicar mucho tiempo a recorrer un pequeño territorio y empaparse de su contenido, de sus paisajes y de sus gentes.

Queremos mantener esos pueblos como postales del pasado, sin reparar que los que allí habitan se merecen todo el respeto, pero sobre todo el apoyo económico, acceso a una sanidad y educación sin restricciones, donde no sea heroico resistir sino que sea una muy buena opción para que los jóvenes del lugar vean en esa figura de la Reserva de la Biosfera la mejor de las posibilidades para darse a conocer en el mundo y atraer así a un público deseoso de disfrutar de lo mucho que podemos ofrecerle en León (provincia, no solo la ciudad).

Crear una figura no sirve de nada, si ello no lleva aparejado una buena partida económica que termine en las manos de los lugareños y no en las de amigos de ciudades que viven de espalda a esos pueblos.