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Repitan conmigo: bombero forestal

04/07/2015
 Actualizado a 19/09/2019
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No se me olvidará nunca ese maldito martes. Un triste día de octubre de 2011, el 18 si no recuerdo mal, en el que tuve que cubrir para el diario El Mundo la trágica muerte de Aitor, un brigadista de 27 años que se vio atrapado en un fuego en la localidad leonesa de Molinaferrera. Aitor se dejó la vida apagando un incendio forestal. Dejó una vida, un futuro y una mujer embarazada de tres meses.

Repaso varios años después las caras de sus compañeros con total lucidez, entre el lívido de la noticia y el negro del hollín. La Maragatería nunca vistió tan plomiza, tan espesa y tan triste. Recuerdo uno de ellos, apoyada su cabeza en el todo terreno, con los brazos entrecruzados por encima de ella, con los surcos limpios que las lágrimas dejaban en su cara. Movía la cabeza lentamente, en signo negativo. Otros permanecían dentro del vehículo con la mirada perdida y sin ninguna gana de hablar con el político, o el periodista de turno. Se estaban preguntando por qué. En sus mentes veían a Aitor sofocando una zona no demasiado peligrosa, accesible y con, en principio, buen control, pero que una racha de viento cálido había tornado en la más cruel de las trampas. El fuego tomaba el mando hasta rodear al bombero en un círculo mortal. Allí se ponía fin a una vida. Otra más, de las muchas que a lo largo de los años han terminado pasto de las llamas.

Es justo decir que Aitor Lastra, natural de Fabero, murió accidentalmente, no por falta de medios o recursos. Pero murió apagando un fuego en el monte. Un trabajo para el que estaba preparado y que realizaba de manera profesional. Y, en su caso, para la Junta de Castilla y León. Un bombero forestal. Algo que siguen pidiendo sus compañeros de Tabuyo del Monte, dependientes del Ministerio de Medio Ambiente. Pero ellos, que apagan incendios y arriesgan su vida cada vez que salen, no lo son. El Gobierno no los considera bomberos, ni casi casi trabajadores profesionales.

La historia de Aitor, como la de otros, tendría que haber servido para que los políticos reaccionasen. Pero ni por esas. Y es lamentable tener que recordar la muerte de una persona para dar un buen varazo en las costillas de alguno. Pero es lo que hay. Hoy, hartos de su situación de precariedad laboral los brigadistas de España han convocado una huelga. Un paro para los días 15, 16 y 17 de este mes y a partir del 27 de manera indefinida si Tragsa (la empresa subcontratada del Estado que se lo lleva crudo) no muestra algún signo de buena voluntad, no lo ven ni lo esperan. Categoría de bombero forestal, mejora de las condiciones salariales (un brigadista que se juega el pellejo cada día no llega a los 1.000 euros al mes ni por asomo), segunda actividad…es lo que piden, ¿les parece mucho a ustedes, señores lectores? A los políticos sí.

Pero el bendito Ministerio (me jode hasta ponerlo con mayúscula) lo único que ha hecho es retirar el helicóptero de la base de Tabuyo. Y es aquí donde ya no se sabe si esto es un mal chiste o qué. Las brigadas son transportadas hasta los incendios en helicóptero. Es el medio más rápido y seguro. El vehículo que más cerca y en menos tiempo les puede dejar del incendio a intervenir. Pues no tienen. Y se supone que es un hecho circunstancial. La aeronave llegará. Pero el caso es que dicha brigada ya ha tenido que salir al pueblo del buen Aitor, Fabero, a una intervención. Fueron por carretera. Desde luego alguno en Madrid los tiene cuadrados.

Otro signo de que los de arriba y los de abajo están muy lejos. Cada vez más. No se trata de un recorte salarial, tampoco de suministros de oficina para los juzgados, o de usar un coche oficial menos. Estamos hablando de vidas. De gente que se juega el regreso a casa esa tarde cada vez que sale por la mañana. Dicen que en este país no se toman medidas hasta que no pasa algo grave. Creo que ni por esas. Hay mucha gente que vive en un mundo paralelo, sin contacto con la realidad. Para la Moncloa, las cortes regionales o algunos ayuntamientos la nube no es donde guardar las fotos de vacaciones, es un estadio de realidad paralela a la de todos los demás. Yo me pregunto ¿por qué no dejan de tocar los huevos, en Casa Lucio, y se dedican a intentar evitar que la gente que se deja la vida currando para ellos no muera en el intento?
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