09/10/2022
 Actualizado a 09/10/2022
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El Evangelio de San Mateo (26, 14-25) refiere la determinación de Jesús ante el desleal Judas, cuando éste le pregunta si es él quien le va a traicionar. Tú lo has dicho, responde el que, horas después, sería crucificado en el Gólgota. La suerte estaba echada. Pues bien, salvando el fondo de la analogía –aquí no se habla de traiciones–, es posible que al alcalde de León le haya interrogado algún miembro de su equipo, a raíz de que, delante de los periodistas, manifestara la intención de renovar parcialmente la lista de su candidatura. ¿Soy yo, acaso, uno de los renovables?, le habría inquirido, muy preocupado, alguno de ellos, a lo que el edil mayor contestaría que aún era pronto para dilucidar sobre el asunto. Pero todo se andará.

Siguiendo el hilo de los renovables, uno de los puestos más importantes que deberá cubrir será el de la ‘fugada’ Susana Travesí, hoy en el limbo, de triste recuerdo (personal) para el propio regidor. Siempre había confiado en ella y la conexión entre ambos se rompió de manera abrupta. Y luego –a excepción de quien decida abandonar de ‘motu proprio’ la actividad municipal– el de aquellos que no han dado la talla durante los cuatro años del mandato. Que los hay.

La palabra renovación es un cajón de sastre si de política se trata. Nunca se echa a nadie. Se le renueva, que queda más fino. Y todos tan contentos. O quizá no. Allá por febrero de 2015 fue el término preferido por el PP local cuando de sopetón (de sopetón para la opinión pública, que no para la política de enredo y alguna mediática en concreto), se conoció que Antonio Silván ‘renovaba’ a Emilio Gutiérrez en el Ayuntamiento de León. Un eufemismo. Como no podían aducir causas objetivas –porque no las había y eso sí que era de dominio público en barras y cenáculos–, se sacó a colación el dichoso vocablo para justificar el atropello.

Y otro tanto, aunque sin trapisondas previas, va a ocurrir en el PP municipalizado de la capital leonesa. Aquí no va a haber renovación, sino revolución. Sea quien sea el aspirante a la alcaldía, la limpia va a ser espectacular. De misa cantada. Igual que en 2015, sí, pero con diferente argumento. El mayor reparo que les van a achacar es el de la inacción y la falta de brío para plantarle cara a José Antonio Diez, quien ha gobernado la ciudad de manera plácida gracias a una oposición tan plana como laxa. Ahora, a falta de poco menos de ocho meses para las elecciones, los chicos (y las chicas) del Partido Popular apuestan por ser más visibles, por estar más presentes, dejando de lado tanta nota de prensa y tanta gaita. La política, y no les entra en la cabeza, está también en la calle. Y la calle, hoy, la han perdido por su machacona invisibilidad.
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