31/07/2019
 Actualizado a 19/09/2019
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Tal y como hace unos años el innovador reto era «diseñar nuevos escenarios que generarían nuevas sinergias de crecimiento» y luego llegó la realidad, a la mayoría les menguó el vuelo y se estrelló contra el suelo de la ruina, a menos los hizo aterrizar en brutal austeridad y unos pocos, contados, levantaron vuelo hasta capitales insospechados; ahora, quizá influenciados por la brevedad tuitera, lo importante, casi esencial, es hacerse con «el relato». Y se pregunta este aprendiz de escribidor, votante penitente, ciudadano pacientísimo y cada día más avaro con su mal humor, ¿a qué relato se referirán los, con perdón, relatores o partidos en mala lid?: ¿al «conocimiento que se da, generalmente detallado, de un hecho» o al más ficcional «cuento o narración» con que se nos intenta convencer a los cumplidores ciudadanos y vencer al adversario al margen de cualquier consideración de las varias voluntades ciudadanas –perdonen la reiteración, pero parecen no enterarse– resultantes de las urnas? ¿Reconvertirán el Congreso en sede estatal de un gran festival de narradores de ficción política? ¿No debería ser este, amén de la cámara de la soberanía popular, la principal fábrica de política real, de la verdad política?

¡Ah, la verdad política! ¡Ah, la Política!

Casi una semana después del lamentable e inmerecido espectáculo dado por la izquierda española, representada por PSOE y ¿Unidas? Podemos, para escarnio de sus esperanzados votantes y gozo del excitado centro descentrado, la derecha centrada por sísmico desplazamiento del centro y los nostálgicos, como mínimo, de la CEDA (¿para qué si no hablan de frentepopulismo?), ¿se observa algún brote verde en el sentido común de las organizaciones protagonistas del fiasco político nacional? Diría, digo, que no; que siguen entregadas con todas sus huestes (acepción 2, no cunda el pánico) a la conquista del relato, no al cumplimiento de la voluntad manifestada mayoritariamente en las urnas –un gobierno de progreso, regeneración y defensa de la democracia– y, en consecuencia, con dedicación exclusiva y exhaustiva, al diseño y acuerdo de las política reales y posibles que lo hagan realidad.

No, tristemente, no les he visto hablar de Política. Me han parecido, de principio a fin del debate, mercachifles de poder. ¿Saben? Den ustedes gracias a las actuales derechas, son las que les salvan. ¿De verdad son de izquierdas o es ese su relato o cuento?

«¡No es esto, no es esto!», repito.

¡Salud!, y buena semana hagamos, buena semana tengamos.
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