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Reino de Catar

05/07/2015
 Actualizado a 19/09/2019
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Sin atreverme todavía a descorchar el champán (los desengaños de los últimos años obligan a precaución y mesura), sí parece que las plegarias, al fin, han sido escuchadas. Hace unas semanas colocábamos en esta misma columna un anuncio por palabras en busca de comprador y gestor para la Cultural y Deportiva Leonesa. Ya no tendremos que insistir. Las gestiones realizadas por Felipe Llamazares han dado sus frutos y el club, salvo sorpresa de última hora, quedará en manos cataríes. Benditas sean. Si hay que ofrecerles un recibimiento al estilo ‘Bienvenido Mr. Marshall’, pues se hace y punto.

Estabilidad económica y un proyecto deportivo de futuro con aspiraciones. Es lo que prometen los que serán nuevos dueños del conjunto leonés, cuya identidad todavía no ha trascendido pero que según cuentan están íntimamente ligados a la llamada Aspire Academy, proyecto iniciado en Catar con la intención de fomentar el balompié y formar a sus jóvenes futbolistas en equipos europeos de cara al Mundial que acogerá el país en 2022.

Jorge Alonso, compañero deportivo de esta redacción, nos ponía ayer sobre la pista de lo que podemos esperar de la gestión de los nuevos propietarios, traducida en un control total en todas las decisiones del club, inversión monetaria suficiente para armar una plantilla y estructura con hechuras profesionales y algunos jugadores cataríes en nómina para que se vayan fogueando en el idolatrado fútbol español, aunque sea en categoría modesta.

A buen seguro que durante los primeros meses no faltará el recelo entre algunos aficionados culturalistas. Con lo revuelto que está el patio futbolero resultadel todo lógico. Representantes que ejercen de presidentes, una estrella madridista que pone sus derechos de imagen en manos del asiático propietario del Valencia, juntas gestoras que fichan a troche y moche, fondos de inversión que acaban en ruina y depresión... De locos, sí, pero es lo que hay. Ante las comprensibles dudas que pueda provocar el modelo catarí-leonés, yo propongo hacer un sencillo ejercicio de memoria para tranquilizar los ánimos. Convendrán conmigo en que rematadamente mal tendrían que hacerlo los nuevos jefes para empeorar las cosas ¿no? Yo me apunto al voto de confianza. Y puestos a soñar, si el gol del ascenso a Segunda lo marca un tal Ibrahim, natural de Doha, pues estupendo. Eso sí, señores de Catar, el estadio tiene que seguir llamándose Reino de León ¿eh? Shukran (‘gracias’ en árabe). Que se sientan como en casa.
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