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Reflexiones de verano (V)

23/08/2018
 Actualizado a 17/09/2019
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Tarde, demasiado tarde, 40 años tarde. Cuándo en la sede del pueblo se vote sobre la exhumación del cadáver del diminuto y aflautado dictador, responsable de un golpe de estado de los de verdad, con muertos, muchos muertos y con eliminación física de los representantes públicos democráticamente elegidos, todo lo que no sea unanimidad en esa votación, será un fracaso, y todos aquellos que no apoyen explícitamente esa medida, se harán corresponsables de mantener la ignominia que a todos debiera avergonzarnos.

No es necesaria ninguna medida de reconciliación porque ya estamos reconciliados, ya ha habido perdón y convivencia, nadie quiere hacer daño ni pedir revancha, no existe ningún problema de enfrentamiento fratricida. Sólo se necesita reconocer la dignidad de las víctimas del genocida, y de sus secuaces o justificadores. Sólo nos merecemos recuperar la dignidad que algunos mancillan en nombre de sacrosantos derechos, negándonos a todos los demás el más elemental de ellos que no es otro que saber, simplemente saber dónde están los asesinados y, por supuesto, esconder, sí, esconder vergonzosamente el cadáver del responsable de la mayor masacre entre hermanos que hemos vivido en nuestra historia reciente. Ya quisieran para sí sus víctimas, saber dónde se encuentran los cadáveres de aquellos que no hicieron otra cosa que pensar y vivir de acuerdo a una legalidad que todos se habían dado y que unos pocos, poderosos, necesitaban subvertir. Ellos van a poder llevar los huesos del delito a reposar con su familia, un derecho que no se les permite a otros miles de asesinados por él y los suyos.

Aquellos que se escondan tras leguleyas artimañas, no harán otra cosa que fijar sus prioridades y querencias que llevan marcadas en su ADN. A estos personajes sólo les importa recordar el pasado para preservar sus derechos y nunca para hacer frente a sus responsabilidades, en este caso las responsabilidades de todos. Las víctimas del genocida necesitan respeto y dignidad. Se lo debemos.
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