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Reflexiones coronavirales

26/03/2020
 Actualizado a 26/03/2020
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Las situaciones de crisis ponen al límite el temperamento individual y colectivo. Estos días podemos observar en las redes sociales y medios de comunicación expresiones excesivas, desahogos y opiniones que parecen ajustes de cuentas. Al mismo tiempo surge lo mejor del corazón de las personas con donaciones, voluntariado, arrojo en la atención a la necesidad hasta la extenuación y la enfermedad. El coronavirus ha sacado lo mejor y lo peor de muchas personas. De la suma de los comportamientos de todos emana el espíritu colectivo, nuestras virtudes y carencias como grupo.

Vemos como el debate político ha pasado a ser una suerte de intercambio de insultos que ignoran la estructura del estado. Cuánto daño hace la ausencia de una asignatura que explique la arquitectura institucional y geográfica de España; que exponga que las competencias sanitarias y universitarias pertenecen a las autonomías y que son éstas el primer escalón que debió anticipar lo que podía pasar. Que cuente además que el gobierno central tenía los recursos también para prever lo que se avecinaba. Una educación que enseñe cómo España, por su andamiaje institucional, es un país corresponsable de aciertos y de errores en este tipo de eventos.

También hemos comprobado nuestra naturaleza social. La socialización en España es un elemento central de cada individuo. Solo así se explica la resistencia de las autoridades a anticipar las medidas de prevención: por la contestación de la calle. Nada se anteponía a la reunión, la fiesta y la celebración compartida. Pensar en suspenderlo ocasionó el pánico de los representantes a la reacción colectiva.

Otra perspectiva es la facilidad de diseminación del virus, quizás la mayor hasta el momento. Es propia de un país en el que hemos abandonado el poblamiento disperso del campo para concentrarnos en ciudades medias y grandes. El país más urbanita de Europa disfruta de las ventajas de la socialización fácil (como los aplausos y las celebraciones colectivas cada día a las 20:00) y de las desventajas de un impacto epidémico frente al de países con poblamiento más disperso. Francia y Alemania, donde casi todo el territorio está ocupado por núcleos pequeños, viven en un alto porcentaje en casas y las personas sociabilizan menos que los españoles.

Hay cuestiones que no cambian, como el centralismo en la autonomía: se pone un hospital de campaña centralizado en Valladolid con 200 camas (¿?), cuando es Salamanca el lugar más afectado por los contagios en este momento. Juzguen la decisión por las camas hospitalarias: 1150 en Salamanca y Miróbriga, y casi 1500 en Valladolid y Medina. ¿Es lógico?
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