Red chapuza de caloret para Ponferrada

Por Valentín Carrera

05/02/2018
 Actualizado a 19/09/2019
Red de calor de biomasa de Móstoles. | ESEFICIENCIA.ES
Red de calor de biomasa de Móstoles. | ESEFICIENCIA.ES
Oigo la acusación de algún preboste, sin escuchar: «Ya están los ecologistas oponiéndose a todo». Pues no: yo no me opongo a una red de calor inteligente, como las de Dinamarca y Suecia; como ciudadano europeo, me opongo al autoritarismo, la ocultación y la chapuza. Trataré de explicar por qué. La llamada red de calor que la Junta (SOMACYL) proyecta en Ponferrada —con la oposición de Bierzo Aire Limpio y los vecinos y vecinas de Compostilla—,es una Central Térmica de Biomasa: la inventaron los romanos con sus hipocaustos y suelos radiantes, existió toda la vida en Castilla, la gloria; y ahora es tecnología punta en Dinamarca, donde la Universidad de Aalborg lidera la investigación en sistemas de energía eficientes. «Lo primero es contar con edificios de baja demanda energética, bajar la temperatura en la conducción e integrarla en redes inteligentes».

Por desgracia, Ponferrada no es Dinamarca y lo que aquí se plantea no es un «sistema de energía inteligente», sino una vulgar chapuza de caloret, además de un ¡trágala! a espaldas de los vecinos afectados, de la corporación y de toda la sociedad ponferradina. Si el proyecto es tan bueno y benéfico, ¿por qué tantas prisas, tanta imposición y tanto secretismo? Hace años trabajé en una empresa avanzada, modelo danés, Conciencia y Prevención, de mi amigo Gabriel Valín —vasco-gallego de inmensa calidad humana, vaya para él esta cita como homenaje—: «Antes de que salte el conflicto social, hay que prevenirlo con transparencia y diálogo. No puedes hacer un pantano o una fábrica como en los tiempos de Franco. Primero se dialoga y se consensúa con toda la sociedad, empezando por los afectados directamente», decía Valín. Conciencia y Prevención: lo contrario de lo que la Junta y el Ayuntamiento hacen en Ponferrada. En primer lugar: en vez de imponer, hay que convencer. Ustedes tienen que convencer a los vecinos, con humildad y argumentos, de que una red de calor es lo más urgente para Ponferrada en 2018. ¿O es que les sobra el dinero (nuestro dinero)? Porque se me ocurren una docena de necesidades más urgentes en sanidad, educación y dependencia; o un Plan de Ordenación Forestal Integral para El Bierzo, de eso nunca hablan, ni siquiera son capaces de acabar el plan forestal que se empezó en 2007, ¡hace más de diez años!, y llevan meses prevaricando los acuerdos del pleno sobre el incendio de la Tebaida.

Ordenemos las prioridades, que está la ciudad manga por hombro. En segundo lugar, el proyecto es infumable (desde luego, no pasaría el control de la Universidad de Aalborg). Para ver la dimensión de la chapuza basta con leer el presupuesto (p. 113): de los 4,3 millones, dedican 575€ a control de calidad. Lo repito para que no haya dudas: un presupuesto de 4,3 millones destina 575€ al control de calidad. ¡Poca calidad van a controlar con quinientos euros! ¿En qué quieren gastar la pasta? Siempre en lo mismo, no han salido del ladrillo: el 43% del presupuesto es para reventar aceras y hacerlas de nuevo. «Capítulo 16, Red de distribución: 1.315.313€». Se van a gastar un millón trescientos mil euros en agujerear la ciudad de arriba abajo para llevar tuberías de calor desde Compostilla al Toralín, a la Estación de Autobuses y a media docena de edificios más.

Todo esto sin el requisito previo exigido en Dinamarca: la eficiencia energética de los edificios, y de la propia red de conducción. Imagine usted, amiga lectora, que gasta mucho en calefacción cada invierno. Tiene una casa mal aislada, con viejas ventanas de aluminio y los cristales rotos, pero antes de arreglar la casa, decide cambiar la caldera. Mete una caldera de pellets de cojón de mico, último modelo, se gasta una pasta, pero la temperatura no sube porque el calor se fuga por las paredes frías y los puentes térmicos. Llamaremos a este cambio de caldera, modelo tonto del culo. En Dinamarca, primero invierten en mejorar el aislamiento térmico: se llama eficiencia energética. Que el proyecto no es trigo limpio, lo explica otra partida del presupuesto: «Capítulo 14, Biomasa: 821.000€». ¿Van a comprar suministro de biomasa por ese importe durante la ejecución del proyecto? ¿Para un mes o para un año? Imagino al Colegio de Arquitectos de León dando instrucciones a sus colegiados para que en los presupuestos incluyan 3.000 litros de gasoil para llenar la caldera del futuro edificio. Es una partida fantasma, el 27% del presupuesto, directamente de juzgado de guardia, y espero que si esto llega a tener una ayuda europea, alguien lo mire con lupa en Bruselas. Por último, el deficiente proyecto que se pretende imponer en Ponferrada no dedica ni una línea al grave problema de la legionella y otros riesgos para la salud(véase el Informe RC4G de Oddgeir Gudmundsson: http://bit.ly/2nziIQQ).

En resumen, el problema no es una red de calor como en Dinamarca, que sería un avance, sino la imposición, la ocultación y la chapuza. Antes de empezar a romper aceras, Ponferrada debe contar con un plan integral de eficiencia energética que incluya medidas de aislamiento térmico, cambio de calderas domésticas (evitando mucha contaminación) y optimización de sistemas de calefacción combinados. Estoy seguro de que los arquitectos y constructores de Ponferrada estarían encantados de abordar un plan global de eficiencia energética para la ciudad, empezando con una dotación de 4,3 millones de euros para rehabilitación energética de edificios. Eso sería hacer las cosas bien. Mientras, si nos van a biomasificar, al menos pónganse preservativo. ¡Arriba las ramas!
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