Imagen Juan María García Campal

Rebrote de la idiotez

24/06/2020
 Actualizado a 24/06/2020
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Sé que quedaría más técnico o médico titular esta colaboración semanal como «rebrote de la idiocia», pero no sería ni justo –pues la idiocia es «congénita o adquirida en las primeras edades de la vida»– ni reflejaría el desagrado que me producen comportamientos psuedomaduros vistos con tanta asiduidad que, a veces, casi me hacen renegar de la buena educación que procuro mantener. Ante el sorprendente rebrote de la voluntaria idiotez que observo he optado por mantenerme ora en una, ora en dos fases atrás en el proceso de normalización convivencial, cuando no animado a la personal prórroga de mi aislamiento.

Dice la ciencia médica que existen cuatro tipos de olvido según su causa sea: traumática, psicológica, fisiológica o la ingesta de ciertas drogas. Yo añadiría la imbecilidad vocacional o ignorancia voluntaria de lo percibido por los sentidos, la tozuda renuncia a la humana capacidad de reconocer la realidad circundante y de relacionarse con ella. No de otra manera me puedo explicar los públicos comportamientos de algunos convecinos –escribir conciudadano(s) sería reconocerles la cualidad de tal y, la verdad, en mi opinión no merecen tal título más allá de su primera acepción–.

Sé que puedo parecer desagradable, pero ¿no hay que ser voluntariamente cretino para olvidar el número de personas de todo sexo, estado y condición muertas aquí, allá y acullá? ¿Es esta desmemoria el mejor homenaje que les rinden? ¿No hay que ser voluntariamente imbécil para hacer oídos sordos a lo que médicos, enfermeras, auxiliares y todo el personal relacionado con la sanidad pública repiten: que no saben si ellos mismos resistirían un rebrote de casos por coronavirus? ¿Es este el reconocimiento que a sus bajas y esfuerzos les hacen? ¿Eran para esta ciega sordera los aplausos? ¿No hay que ser voluntariamente estúpido para no tener presente las consecuencias que la pandemia ha tenido y tendrá en todos los niveles de la educación y formación de nuestros jóvenes? ¿Es con estos ejemplos con los que quieren educarlos y enseñarles? ¿No hay que ser tozudamente memo para ignorar las consecuencias económicas que el asedio pandémico, que la defensa de la vida de todos ha traído y traerá? ¿Es esto lo que se puede esperar de ellos para el bienestar de todos?

No perdamos, por favor, el cívico sentido ético en la diaria convivencia. Se trata sencillamente de obrar bien por el bien de todos. ¡Seguimos siendo como un cesto de manzanas!

¡Salud!, y buena semana hagamos, buena semana tengamos. ¡Cuiden, cuídense!
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