11/11/2018
 Actualizado a 10/09/2019
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Estamos en una sociedad plural en ideologías y creencias, y hasta en escala de valores, o sea, en cuanto a criterios de moralidad. Duele ver el triunfo del relativismo más absoluto, hijo del hundimiento de lo que llamábamos «ley natural», en la que, hasta no hace mucho aún, todos podíamos encontrar una base común para el acuerdo. Es la hora histórica que nos toca vivir. Lo que obliga a hacer caso al Evangelio que exige no guardar la luz «debajo del celemín» (los urbanitas y postmodernos lean «debajo de un cajón»). Ya que nos tocará «vivir la fe a la intemperie» (se acabó el arropo social y cultural), que al menos no ocultemos la vitalidad de la luminaria de esperanza y sentido que titila en cientos de las propuestas y actividades que brotan de la vida eclesial. Y esto sin ser desquite ante los virales mensajes de pederastia a tutiplény de inmatriculaciones abusivas, que ya se encargan, siempre los mismos, de airear, con ocasión o sin ella. Son sencillamente un anuncio y una oferta con estilo de «fe confesante». Dios y la conciencia nos libren de volver a los excesos y defectos de una «fe triunfante» o de una «fe vergonzante». Que de las dos hemos tenido (¿y todavía tenemos?) para guardar y repartir.

Hecha esta consideración como prólogo, recuerden unos y sepan otros que por aquí sigue borbotando la convicción de que en Jesús de Nazaret está el norte de la historia y la esperanza de las personas y que esto se hace evidencia por medio de datos y hechos, que son realidad de hoy y promesa para el futuro. Vayamos a algunos ejemplos. La memoria sin nostalgia que Astorga ha hecho de quien fue su obispo D. Marcelo en el centenario de su nacimiento, para poder comprobar su aliento, sigue vivo en la geografía diocesana. La constatación de que los seglares son ya en la Iglesia mucho más que clientes o alumnos o monaguillos, como se comprobó en la asamblea que, en Oviedo, reunió a casi un centenar de ellos de cuatro diócesis de la Provincia Eclesiástica. Las obras de recuperación de personas por medio de los programas de Cáritas, Proyecto Hombre, ACCEM, Manos Unidas, Secretariado Gitano, Albergues para Transeúntes y Casas de Acogida. La fuerza humanizadora que se nutre en el compromiso de inculturación y cuaja en conciertos de órgano, exposiciones varias, restauraciones de bienes patrimoniales históricos y artísticos. Y el esfuerzo por crear una fe adulta como se intentará a partir del martes en el XVI Cursillo Fe-Cultura (Salón Actos, Ayto., 8 h. tarde).
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