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Razones para brillar

21/12/2020
 Actualizado a 21/12/2020
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Lo de que Astorga brilla más que nunca o que la bimilenaria no necesita luces para resplandecer son algunos de los argumentos más oídos estos días entre los defensores y críticos de la campaña de la marca de bombones para traer a este cruce de caminos de la geografía leonesa una iniciativa que aparte de servir para vender sus productos –beneficio lógico y legítimo, por otra parte– hará que durante unas semanas se hable del pueblo o ciudad con mayor iluminación navideña por metro cuadrado. Con permiso y después de lo del alcalde vigués o el caso de Madrid, que para eso es la capital.

Que hablen de uno, aunque sea mal, nunca está de más y aparte de una frase hecha es una de las máximas de la comunicación y de la publicidad. Así nos lo decía un profesor en la facultad y así lo han mantenido durante décadas comerciantes que hacen unos anuncios que en principio dan la risa pero terminan por calar entre la gente.

Volviendo al tema, le diré que yo no voté a Astorga y mucho menos a las otras localidades que competían con nuestra candidata por la cantidad de datos que había que introducir en el formulario y que tienen como fin aburrir a uno a correos electrónicos y mensajes con publicidad tan insistentes y molestos que terminas por maldecir el momento el que se te ocurrió apoyar a la capital maragata y por odiar unos bombones que te han gustado mucho desde pequeño y de los que siempre tenemos en casa.

Eso no impide que de corazón estuviera con la ‘ciudad vecina’ como decimos en La Bañeza porque pienso que estas viejas rivalidades son algo que hoy en día tienen poco sentido. Tan poco como querer pretender demostrar –como le dije hace un par de semanas– que es necesario encender muchas bombillas para suplir la falta de luces.

Leía ayer, tras hacerse oficial el encendido en la noche del sábado, opiniones de decepción de la gente que quería un reportaje sobre Astorga de media hora en un programa de casquería pero líder de audiencia, de los de a 60.000 euros el minuto. Y también palabras de despecho por parte de quienes a cuenta de todo esto solo esperaban su ración de bombones gratis y no se los dieron. ¡Vaya lío!
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