15/02/2016
 Actualizado a 18/09/2019
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La noticia de que el ingeniero industrial mecánico, leonés, Alejandro Otero, con un equipo de doce intrépidos investigadores de la Universidad de Bilbao, esté a punto de poner en marcha una máquina de capturar rayos cósmicos, no puede dejar indiferentes a los poetas leoneses. Al menos a la ponferradina Elena Sotoy a este cronista, ambos practicantes de la escritura poética con base en la sublime belleza del mundo sideral. Que los rayos cósmicos y en general todos los fenómenos astrofísicos no sean moco de pavo como motores poéticos, lo intuye cualquiera que se acerque a la astrofísica, y que alguien se dedique a capturar rayos cósmicos tampoco es cosa baladí, pues se trata de de partículas que llegan del espacio y bombardean la tierra produciendo cientos de millones de energías y que vaya usted a saber la incidencia que tienen en los políticos que nos gobiernan, en los parados de larga duración, en los empleados públicos, en los labriegos, y en los desocupados en general.

Con Elena Soto, poeta y divulgadora científica,hemos intercambiado unas escuetas palabras acerca de la poesía que tiene sus raíces en los fenómenos cósmicos, cuya belleza visual, amen de nominal, es superior a muchos otros aspectos de la naturaleza, y hasta a la música visual del amigo Gustavo Vega (la mejor en su género según Gamoneda) y ambos practicamos un género que, acaso por minoritario, no haya recibido la suficiente atención. Al menos ella ha dado a la imprenta algunos libros, como ‘La medida del trance’, ‘Solicitudes para una declaración de apatría’, ‘Invierno sin corazón’, ‘Métricas del alma’ y mantiene un blog titulado ‘El establo de Pegaso’ que era el café en el que se reunían los imaginistas y futuristas rusos, bio-cósmicos a más no poder. El cronista, en cambio, no ha logrado dar al público su ‘Materia oscura’ probablemente por no haber puesto empeño en darlos a conocer.

El programa educativo ‘Acorde’ (Altitude Cosmic Ray Detector) en el que participa nuestro ingeniero leonés, está encaminado a construir un detector de rayos cósmicos, que será elevado mediante un globo estratosférico hasta una altura máxima de 30 km. Y este cronista se postula para tripularlo (si se apunta también la de Ponferrada, mejor) por estar acostumbrado a soportar temperaturas extremas como los 25-0 de la comarca de la Tercia de Villamanín. Allí fue donde se percató del enorme potencial poético que tenía el frío en sí mismo considerado, al que Gamoneda dedicó un tratado ‘El libro del frío’ una de las cumbres de la poesía nacional.

Pero, de ello depende dilucidar siel tiempo nos lleva a nosotros, o nosotros a él.
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