noemi4.jpg

Raúl y la primavera

01/04/2023
 Actualizado a 01/04/2023
Guardar
Ahora que los cerezos del Bierzo estallan como palomitas de maíz, vuelvo a caminar por ‘El año del wolfram’ y por esa escena inicial en la que varias personas vuelven a casa tras una semana agotadora en la recogida de la cereza. En los bolsillos llevan la paga de todas esas horas al sol, cogiendo la fruta, cuando les salen al paso unos maquis que les exigen aflojar la bolsa, rápido y «sin hacerse el guapo». Son los años más duros de la posguerra y es lo que tiene la miseria, que enseguida perro empieza a comer perro.

En esta primavera ya sin freno, el autor de este libro y de muchos otros, Raúl Guerra Garrido, ha vuelto al Bierzo, a Cacabelos. Es un regreso definitivo que no supone, sin embargo, un ancla para su recuerdo y para sus palabras, que vuelan libres y bien repartidas.

Con sus libros, Raúl creó decenas de mapas para recorrer sus territorios queridos. Del Bierzo a Madrid, del País Vasco a los pueblos del Canal de Castilla. Será por eso que tiene calle en al menos tres poblaciones: Cacabelos, Ponferrada y Medina de Rioseco. Ojalá, en algún momento, también en San Sebastián.

Este sábado se le hace en Ponferrada un sencillo homenaje en el que participarán muchas personas. Fernando Tascón, uno de sus impulsores, dice que ‘El año del wolfram’ es la gran novela berciana del siglo veinte, y yo creo que no hay quien pueda negarlo. Pero no sólo fue Raúl Guerra Garrido un gran escritor, sino un hombre grande por su compromiso. Y algo que ojalá no vuelva a repetirse en este país: un escritor con escolta. Su coraje frente al terrorismo de ETA, su defensa de la libertad y de las víctimas están en sus libros y en su vida.

Lo conocí en un sitio muy alejado de las biografías de ambos: Cádiz. Fue en el premio Fernando Quiñones, del que él era ganador y yo, finalista. Se trataba de mi primera novela y llegaba con las piernas flojas de una corza recién parida. Raúl me acogió con cariño y con ese humor socarrón al que enseguida me enganché. Ahora sé que apoyó con generosidad a muchos otros escritores primerizos. Por eso es una alegría que la diputación de Gipuzkoa acabe de crear una beca con su nombre para apoyar a los creadores.

Raúl, te seguiremos leyendo.
Lo más leído