29/04/2023
 Actualizado a 29/04/2023
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En ‘Un número finito de veranos’, el último libro de la poeta almeriense Aurora Luque, hay un verso que dice: «Sí, prefieres los himnos racionales». El poema, de hecho, se llama ‘Los himnosracionales’ y en su preferencia insiste Luque, que escribe también: «No sueles ya perder el tiempo en ello. / Dices que eres pagana, si es preciso. / A menudo los dioses son cosa de familia».

Parece entonces que Aurora Luque no cree en otros himnos que no sean los de la razón, otra cosa más difícil es encontrarlos. En esto tal vez son más precisos los de Siniestro Total, que dicen que somos seres racionales, de los que toman las raciones en los bares. Y a la vez plantean tres preguntas clave: ¿Quiénes somos?, ¿de dónde venimos?, ¿adónde vamos si se acaba el vino?

De las tres preguntas, la más difícil de contestar es la tercera, pero en este caso vamos a cambiar el vino por el agua. Porque aunque Luque dice que hay un número finito de veranos, ahora más bien parecemos metidos en un verano infinito. Entre el calor, la falta de lluvias y la sequía, terrible trinidad del cambio climático, y esa rara racionalidad que se nos supone por comer patatas bravas, no sé de verdad adónde vamos.

Un caso muy claro de esta desorientación es lo que está ocurriendo en Doñana, con sus lagunas secas y sus pozos abiertos en la noche administrativa y legal, que ya es una larga noche. Leía el otro día una entrevista a Eloy Revilla, biólogo leonés que dirige la Estación Biológica de Doñana, y en ella decía que este problema no es de ayer, que ha habido un fallo generalizado en todas las administraciones. Lo que defienden PP y Vox es un despropósito, pero el PSOE también se lo tiene que hacer mirar.

En esto ocurre como en esa anécdota que nos contó hace tiempo una amiga. Un chico que había ido con ella a examinarse del carné de conducir llevaba cogiendo el coche desde adolescente, por lo que hizo todo el examen con calma chicha, con un brazo en el volante y el otro apoyado en la ventanilla. Todo perfecto. Cuando acabó, el examinador le dijo: «está usted aprobado, pero sólo del brazo derecho, tiene que volver a por el izquierdo».
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