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Quita eso, pon lo otro

27/04/2020
 Actualizado a 27/04/2020
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Los que nos dedicamos a contar cosas en los periódicos o en cualquier otro medio de comunicación estamos acostumbrados –posiblemente y por desgracia, demasiado– a recibir quejas. Sí, me refiero a que nos llamen y nos escriban para decirnos cómo se deben hacer las cosas. Y las redes sociales, ese vertedero donde va a parar de todo, lo único que hacen es facilitar la tarea a los que protestan.

El que protesta por este tipo de cosas, salvo los que están a sueldo en gabinetes y uno de sus trabajos es precisamente este de mediar y requerir, el tipo de a pie que llama y escribe a los periódicos para decir de qué manera se deben hacer las cosas a menudo es un lumbreras de estos que primero escriben, luego leen lo que dijeron y ya acaso en tercer lugar piensan qué es lo que firmaron.

Ya que estamos en confianza, porque llevamos varias semanas sin vernos en las barras de los bares o en las mesas de las bibliotecas, le confieso que tengo una clasificación de protestones y descontentos. Por supuesto que tan íntima como la de pelmas, aunque a veces ambas listas forman parte de mesas que nos juntan a quienes compartimos entre otras cosas esta afición por hacer clasificaciones.

Todo esto viene a cuento porque el otro día me escribe uno de estos, de los de la primera lista, con la canción de quita y pon en grande para seguir con un intento de lección sobre cómo hacer titulares y entradillas «más acordes con lo que quiero que la gente entienda». Todo esto después de entrar como un toro en la calle Estafeta de Pamplona.

Sé que no le hará falta porque confío en que usted sabe comportarse bastante bien como lector, pero estoy seguro de que conoce a más de uno que da el perfil que le he contado antes. Tómese entonces esto como un consejo para sugerirle a esa gente y evitar problemas. Y cuídese, que saldremos de esta situación.
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