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¿Quién se presenta?

26/05/2019
 Actualizado a 19/09/2019
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Mi balance de la campaña electoral resulta tan previsible como demoledor: el número de amigos fugaces se me ha disparado de forma directamente proporcional al de enemigos eternos. La gente se pone muy nerviosa. Los hay que se mosquean porque salen en el periódico, los hay que se mosquean porque no salen en el periódico y los hay que se mosquean porque salen los demás. Las urnas, esta vez, van a parecer ollas exprés. Veo el debate de los seis principales candidatos al Ayuntamiento de León y, cuando termina y cambio de canal, David Broncano ya no parece humorista. Me rebano los sesos pensando en lo que pasará esta noche y, por tanto, en los próximos años. Incertidumbre por los cuatro puntos cardinales. Veo al PP viajando hacia el centro pero completamente descentrado, veo al PSOE entre sobrado y asustado, como esos deportistas que en las finales, al sentirse ante una oportunidad histórica, se olvidan de proponer y se preocupan sólo de no fallar; veo a Ciudadanos como una bombona de butano sin butano, que la puedes dejar al sol o a la sombra; veo a UPL como el pescador en el río revuelto (aunque lo diga el refranero, cuando peor se pesca en realidad es cuando el río viene revuelto), escucho a Podemos y a Izquierda Unida y siento algo así como una reverberación (si de verdad se creyeran todo lo que dicen, hubieran puesto sus ideas por delante de su orgullo y hubieran presentado una candidatura única), pienso hacia dónde puede salir disparada esta vez la volatilidad de VOX... La participación será clave, que es una de esas obviedades que te permite dártelas de entendido, porque siempre es clave, claro. Para eso influye el tiempo. ¿Qué dice pues el pronóstico meteorológico? Máximas de 23º y mínimas de 5º, con viento del norte. Para calmar la desazón de la jornada de reflexión, salgo a lo que los candidatos llaman tomar el pulso de la ciudad y toda la vida fue tomar unos vinos. En el primer bar (de tapa picadillo) la conversación, para mi sorpresa, no tiene que ver con la política municipal ni autonómica ni europea, sino que gira en torno a si los jugadores del Barça volverían a interpretar en el partido de anoche su ya famoso maniquí-corner. En el segundo bar (de tapa patatas con alioli) hablan sobre a quién de los presentes le ha devuelto ya Hacienda el dinero de su declaración. En el tercer bar (de tapa mejillones) discuten sobre si Amancio Ortega es un sinvergüenza o un tío de puta madre, si hace bien regalando aceleradores lineales y mamógrafos a los hospitales o si lo que debería hacer en realidad es pagar más impuestos para que el Estado no tuviera que aceptar limosnas de un multimillonario. Se enquista el tema. En el cuarto bar (de tapa un trozo de queso rancio) hablan sobre el daño que han hecho las heladas de esta semana a los que ya había puesto el huerto, si es mejor esperar a plantar más adelante o si no va a dar tiempo a que los tomates maduren para primeros de septiembre. En el quinto bar (de tapa sopas de ajo), con el quinto Prieto Frentudo, me vengo arriba y no espero siquiera a saber de qué estaban hablando los parroquianos. Saco el tema de las elecciones, como si no supiera hablar de otra cosa, y una peligrosa euforia me hace incurrir en el sincericidio: pregunto a la concurrencia por lo que van a votar. Su respuesta me pone en mi sitio, me demuestra lo relativa que puede llegar a ser la primavera.

– ¿Quién dices que se presenta?
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