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¿Quién quiere un máster?

18/09/2018
 Actualizado a 17/09/2019
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El máster, la tesis y, ahora también (como algunos bromean en la red)... el ‘inglés alto’, ¿será posible que estemos siendo testigos de semejante dislate? Cuando allá por el mes de marzo surgió la noticia del máster de Cifuentes, quizá más de uno revisó su currículum bajo el temor de que, más tarde o más temprano, pudiera salpicarle un escándalo semejante del que entonces estaba siendo presa la que era presidenta de la Comunidad de Madrid.

Pero los acontecimientos políticos acaecidos en nuestro país en los últimos meses y, los giros inesperados en la ocupación de sillones, quizá no han permitido a todos los que entonces ostentaban puestos menos visibles actualizar sus datos académicos para evitar escándalos similares. Visto desde fuera y, aunque obviamente no sea correcto generalizar, y menos aún podamos sentenciar, parece como si entre nuestros políticos se extendiera la práctica de acoger dádivas en forma de títulos académicos. Y nos preguntamos, ¿dónde habrá quedado la humilde pata de jamón envuelta en brillante celofán y con su lazo de color?

Bromas aparte, pues la cuestión no lo merece, lo cierto es que todos estos hechos están haciendo un flaco favor al sistema universitario de nuestro país, por no hablar del lugar en el que deja a nuestros políticos fuera de nuestras fronteras, lo que se traduce, una vez más, en un perjuicio rotundo para los ciudadanos.

En estos días, y desde que el líder de Ciudadanos pusiera sobre la palestra el imposible acceso a la tesis doctoral del señor Sánchez, el primer debate que surgió era si efectivamente aquella debía o no estar publicada. Para resolver esa cuestión hemos de estar a lo previsto en el Real Decreto 99/2011, de 28 de enero, por el que se regulan las enseñanzas oficiales de doctorado. El citado cuerpo legal contempla la obligación de publicar la tesis doctoral en varios artículos y momentos distintos, antes de su evaluación y defensa, conforme determina el artículo 13.3 y después de su evaluación y defensa (artículo 14.5). La norma sólo permite excepcionalmente que no se proceda a su publicación bajo circunstancias excepcionales determinadas por la comisión académica del programa. De igual forma parece que se pronuncia la Normativa de Estudios de Doctorado de la Universidad Camilo José Cela.

El que la tesis no estuviera publicada en formato electrónico en el Teseo, parece a priori que incumpliría la normativa que le era de aplicación conforme al régimen transitorio de aquella, si bien es cierto que el presidente ha querido dejar zanjada esa cuestión autorizando la publicación de su tesis doctoral.

De otro lado, si como algunos apuntan fuera cierto que la tesis del señor Sánchez ha sido un plagio, pudiera no quedar impune tal actuación, pues cierto es que nuestro sistema jurídico preserva los derechos de propiedad intelectual y derechos de autor, por lo que será una cuestión a revisar por quien incumba.

Similar suerte ha corrido la ya exministra Montón quien tras ser acusada de plagio en su trabajo de fin de máster ha decidido tomar las de Villadiego y abandonar el Ministerio de Sanidad.

Por su parte, y en lo que concierne al máster de Casado, también de especial trascendencia en los últimos días, ya sabemos que la jueza de instrucción de Madrid Carmen Rodríguez-Medel elevó ante el Tribunal Supremo una exposición razonada para que ese Órgano investigue al presidente del PP, al considerar que «podría existir indiciaria responsabilidad penal».

En aquella exposición razonada la jueza concluye que indiciariamente, la concesión por parte del personal académico de la Universidad del título del máster al Sr. Casado puede incardinarse en delito de prevaricación administrativa y, detecta también, indiciariamente, una posible conducta susceptible de calificarse como cohecho impropio. Aún desconocemos que va a considerar el Alto Tribunal, si razonará que los hechos son constitutivos de esas tipificaciones penales o no, pero al menos por ahora parecen existir dudas razonables del posible trato de favor recibido por aquel.

Pero en suma de todo ello, no sabemos explicar qué es lo más desconcertante, el hecho de que nuestros políticos engorden, quizá innecesariamente, sus títulos académicos como si de simples trofeos para anotar se trataran, cuando además nadie les exige aquellos para su cargo, o el hecho de que, con la que está cayendo en nuestro país, se conviertan en debate parlamentario los master, tesis y vaya usted a saber qué más, obviando verdaderos problemas del ciudadano.

Con eso no queremos decir que no se denuncien tales situaciones, ni menos aún que no se investiguen, pero seamos realistas, no puede un país soportar por mucho más tiempo que los tiras y aflojas de los diferentes partidos se centren en lo que realmente ha estudiado el uno o el otro, pues por desgracia, nada de eso va a resolver los auténticos problemas de nuestra nación.

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