Quiebra de luna

05/07/2022
 Actualizado a 07/07/2022
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Y con el sol de julio,se despertaron las estrellas templarias en una ciudad con una historia regalada recluida en una fortaleza medieval que es mucho más. Camino, peregrinaje, lucha. Patrimonio, pasado. Allí, cada año regresa al ulterior el arca de la alianza y el santo grial en una procesión de templarios capitaneados por Guido de Garda, reconocibles por sus cruces rojas sobre fondo de túnica blanca. Dos años han faltado a su cita, replanchando los avíos a la espera de volver a una tradición creada que se ha convertido en una cita obligada con la primera luna llena del verano. Julio consiguió recuperar la celebración, que este año quiso estrechar lazos con la ciudad estirándose por la lengua del río Sil, sostén del castillo que pone la tilde turística a Ponferrada. La Noche Templaria quiso reconciliarse con una ciudad que a veces le había dado la espalda por dejarle fuera de su cielo. Y lo hizo abriendo los brazos de sus constelaciones, deslizándose por todas las actividades, vistiendo cada piedra, conquistando calles. El repensado poscovid compensó el fin de la mascarilla haciendo grande la cita que a partir de ahora quiebra la luna para rehacerla desde los ojos de todos. La clave vuelve a ser la de ‘todos a una’, comolos mosqueteros, como los caballeros, como los vecinos de una ciudad que emula a Fuenteovejuna, queriendo mirarte, luna, con ojos de narcisos medievales. Y funciona hacerlo cuando el querer no es rechazo. Tal vez el ver las calles colgar su particular cartel de completo añade un estímulo para frotarse las manos y pensar que sí, que tal vez eso del turismo y la agroalimentación eran los dos guiones que podían rescatarnos en un escenario de transición en el que se nos desnudó de la energía enlutada. Una ocupación hotelera plena dice que sí, que hay recursos que no son ‘añadidos a’. Son inicio y fin. Y este es solo el principio.
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