31/01/2015
 Actualizado a 13/09/2019
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Querido maestro:Leo en las redes sociales, no sin mayúsculo asombro, que algunos estudiantes de la Universidad de León, imagino que también de otros centros docentes de España, están indignados y muy cabreados con esto del plan Bolonia. A ver si me explico. Por lo visto ahora todas las titulaciones, grados, constan de cuatro cursos. Algo que ha significado tener que reducir un año algunas carreras, como por ejemplo Derecho, y sumar doce meses más a otras, como Magisterio.

El caso es, querido maestro, que los estudiantes de Derecho (entre otros, creo) no ven justo que una carrera tan ‘fácil’ como la de ‘profe’ otorgue el mismo título que la suya. Una de esas estudiantes argumentaba que era totalmente inconcebible. Claro, cómo se van a comparar ambas titulaciones. Si en una «tienes que estudiar tres folios para los exámenes y en otra 300», decía. También argumentaba que España tiene el profesorado peor preparado de Europa y que en otros países Magisterio es tan dura como Medicina, sin embargo aquí parece que hay módulos de FP más exigentes, etc, etc.

Y así estamos querido maestro, leyendo estupideces todo el santo día. A lo largo de mi vida he encontrado muchos más profesores buenos que malos. De hecho, en mi etapa escolar, tuve la suerte de educarme con maestros maravillosos, que me enseñaron a leer, a escribir, a sumar y restar, pero también me formaron, me inculcaron vida y espíritu. Maestros de pueblo que cada día daban lecciones de sentido común. Antonia, Victoria, Conchita, Carmen, José, Manuel, Luisa. Maestros que no serían catedráticos de nada, pero a la vez lo eran de todo.

Porque hay una cosa que muchos maestros, por supuesto no digo que todos, tienen. Se llama vocación, algo que la mayoría de abogados no saben lo que es. Y creo que hoy día sigue siendo igual. La vocación y la ilusión reinan en las facultades de Educación. Y a muchos no les importa que la carrera sea de tres o cuatro años, porque un maestro nace, y luego se hace. Y si los estudiantes de Derecho, o Económicas o Caminos quieren un Máster del Universo que se lo den. Lo penoso de todo el asunto es la maldita titulitis que sigue habiendo en este santo país de dimes y diretes, de apariencias y falsedad. Aquí, como dice Carlos Herrera (ya ven, un destacado periodista sin título) hay más tontos que botellines, uno más y se cae al mar. De hecho una ardilla podría cruzar España de tonto en tonto sin tocar el suelo.

Querido maestro, creo en su profesión y en sus profesionales, porque a pesar de los penosos planes de estudios existentes sigue habiendo educadores que cada día luchan por sacar un país adelante, por recuperar para la causa a una infancia que nunca lo tuvo peor que hoy. Y a pesar de ello muchos de ustedes no tiran la toalla y con magna paciencia intentan moldear lo imposible. Luchan a brazo partido (y nunca mejor dicho) contra numerosos padres, que ahora se quejan de deberes excesivos mientras enchufan el ‘bollycao’ y el Ipad a sus pequeños retoños, que ni el mismísimo Unamuno podría enderezar. Sufren maltrato físico y psicológico y cuando piden ser autoridad muchos preguntan por qué. Sigan a lo suyo y si los futuros letrados o economistas quieren títulos, pues todos para ellos. Ustedes son maestros, y ese es el título más bonito del mundo, porque es algo que no se tiene, se es.
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