02/12/2017
 Actualizado a 18/09/2019
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Llevaba ya tiempo buscando una buena disculpa para dedicar esta columna a una de esas personas que más me marcó durante la época del bachiller. Como bien sabrán ustedes, siempre que puedo me gusta ser yo quien lleve a Dimas al invento neoyorquino de la calle Renueva y luego hacer la correspondiente parada en el bar de Maxi.

Las guarderías, esos lugares de los que no hace mucho tiempo echaba pestes y que poco a poco y gracias albuen hacer de sus profesionales, han cambiado en gran medida mi criterio y que no descarto, que el cambio continúe hasta el punto de convertirme en el mayor defensor de estos centros infantiles.

Además de todo esto, el invento neoyorquino me ha brindado la oportunidad de ver todos los días al gran profesor Elías de las Matas,y ya que estemartes se celebró el día del maestro, pensé: ¡Esta es la mía Elías, hoyno te me escapas!

Elías es también un poco LTV,le conocí hace muchos años en laVenatoria en un momento en el que ni él ni yoimaginaríamos que años después yo iba a ser uno de los alumnos que asistiría a sus clases de lengua y literatura en el mítico Colegio Leonés.

Escribía hace un par de semanas en una red social el magnífico redactor jefe de este periódico Alfonso Martínez, brillanteestudiante y poco usuario del cursillo de verano, una de las mejores mentes (con permiso del querido Rector Hermida) que ha dado el viejo Colegio de San Isidoro sobre Elías que: «Nunca podremos agradecer lo suficiente todo lo que nos enseñó, nunca jamás».

Y yo, al igual que el mayor embajadorredipollejono creo que haya una frase mejor que pueda definir al gran profesor, que cada día se deja ver por los alrededores de la Estación de Matallana.

Elías me recuerda mucho a mi abuelo Armando,aún hoy se me hace raro no verle echando un cigarrillo, aquellos Rex y Habanos que alguna que otra vez compramos por imitación y que cuando dabas una calada te llegaba hasta la uña del pie, teniendo que acabar regalándolos al primero que veíamos. Digo que me recuerda a mi abuelo no por la edad sino porque Elías es un hombre moderno, un hombre que todos los días va al Mercadona, incluso antes de que abran las puertas de esos que le gustan a la mujer en apuros y que pide a voces en casi todos sus artículos.

Me imagino que todos ustedes tengan un Elías en su vida y en su memoria, un profesor o un maestro que después de los años te ilusione saludarle cada día y recordar que gente como ellos dignifican una profesión en nuestro país poco valorada y mal pagada.
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