Querido Cristóbal

Por Samuel Rubio

25/05/2021
 Actualizado a 25/05/2021
Samuel Rubio y Cristóbal Halffter presentando una edición del Curso Internacional de Composición de Villafranca. | ICAL
Samuel Rubio y Cristóbal Halffter presentando una edición del Curso Internacional de Composición de Villafranca. | ICAL
Me gusta más reconocer y valorar en vida a las personas, creaciones, hechos culturales que trascienden el más allá y son capaces de compensar social y culturalmente el crítico devenir de nuestra vida; por eso creo que personas como Cristóbal Halffter son quienes, día a día nos están regalando, homenajeando a todos nosotros con su obra, dedicada en buena medida a causas que comprometen y trascienden.

Querido Cristóbal, nos conocemos desde hace tantos años que me atrevo a hablar de ti, aun en pocas líneas y, seguro, sin hacerte del todo justicia, sí, desde luego a la amistad y cariño que nos han unido desde tiempos ya muy lejanos. Diría que Cristóbal Halffter es el punto de encuentro del ser sensible; un punto de encuentro donde la sencillez y la excelencia conviven con naturalidad, donde la mayor preocupación es la formación, el cultivo del individuo como ser pensante. Te afectan las cosas para bien y para mal, te horroriza cualquier forma de violencia, odias la injusticia social y, en consecuencia proclamas la paz, los valores humanos, la justicia. Hombre de profundas convicciones éticas y estéticas, trasladas tu pensamiento a la música, considerándola tu principal instrumento de trabajo a través del cual transmites al mundo una buena manera de aunar esfuerzos y voluntades, con el fin de que las diferentes y múltiples formas de pensar tengan cabida en nuestra vida social. Tu música es un reflejo de tu forma de vivir y de sentir; solo así se explica tu compromiso firme con el mundo que te rodea, en constante exigencia; así lo dejas sentir en frases como estas: «Nada me horrorizaría tanto como sentirme encerrado en una torre de marfil para uso e investigación de minorías», «sé que con mi música no podré evitar la violencia ni la tortura, ni el hambre…, pero también sé que el hombre sin cultura, sin un desarrollo de su sensibilidad, no sería lo que es…, por lo que merece la pena sacrificar el esfuerzo, el trabajo y hasta la vida misma», «la música es preciso sentirla y después llevarla al pentagrama». Esta reflexión sobre el sentimiento aparece constantemente en tus escritos; tu música nunca será un problema mensural. Tu proceso creativo tampoco es estático sino cambiante, como lo son los impulsos del exterior en continua evolución. Es por ello que, atento a los problemas sociales, combinas obras de grandes vuelos y compromiso como ‘Yes, speak out, yes’, ‘Gaudium et Spes Beunza’, ‘Officium defunctorum’, ‘Elegía a la muerte de tres poetas españoles’, ‘Planto por las víctimas de la violencia’, con otras de mayor descanso lírico y sentimiento más libre, como ‘In memoriam Anaick’, o tus óperas ‘El Quijote’, ‘Lázaro’ y la ‘Novela de Ajedrez’ de Stephan Zweig (¡qué emoción experimentamos al interpretar muchas de estas obras con el Coro Universitario de León!). Podríamos decir que tu música tiene además un carácter espiritual, o si se quiere religioso.

Hombre consecuente con tus ideas, rebelde y comprometido con los problemas sociales, eres a la vez accesible y humano. La sensibilidad que proclamas para todo hombre libre la ostentas tú al máximo, convirtiéndote en sabio en tus orientaciones, ameno en tus tertulias y solidario con  los problemas. Me gustan los seres humanos como Cristóbal Halffter, testimoniales y comprometidos, que prestan su amistad  y conocimientos en bien de la sociedad. A eso yo lo llamo ser útil y creativo, lo cual te aleja de la frivolidad y banalidad cultural que nos rodea.

Me dicen que has muerto, querido Cristóbal, yo no lo creo. Qué fortuna haber compartido tanto, durante tantos años. Música, proyectos sin fin, ilusión, emociones, AMISTAD por encima de todo. Una etapa, fundamental en nuestras vidas e inseparable de la trayectoria del Festival Internacional de Órgano Catedral de León.  Tu apoyo incondicional al proyecto de construcción de un nuevo órgano para la Catedral de León (juntos también vivimos la emoción de sus primeros acordes) nos proporcionó aliento constante. Contigo y con Marita, tu esposa, pudimos vivir intensamente un largo tiempo que no solo dejó sus frutos y su impronta en el FIOCLE (conciertos extraordinarios, estrenos absolutos, acontecimientos musicales como la representación, en concierto, de tu ópera «El Quijote») sino que también tu estrecha colaboración influyó de manera determinante en la trayectoria, a nivel europeo, del Coro Universitario de León que tuve el honor de fundar y dirigir durante 22 años. Así nos conocimos.

Hemos podido, y de qué manera, compartir también una actividad titulada «Curso Internacional de Composición de Villafranca del Bierzo», enmarcado durante décadas dentro de las actividades del Festival del Órgano. Allí, en Villafranca, bajo tu dirección se dieron cita, año tras año, buena parte de la nueva generación de compositores españoles, para compartir la experiencia de los creadores más representativos de nuestra alta cultura contemporánea: Tomás Marco –siempre a tu lado- , José Manuel López López, Alfredo Aracil, José Mª Sánchez-Verdú, David del Puerto, Mauricio Sotelo, Alberto Posadas o Alberto Carretero entre otros. Pudimos asistir a lo que luego supimos fue el germen de tantos nuevos creadores que anualmente allí se convocaban para pensar la música y sobre la música, para debatir, para ejercitar la conciencia crítica, la reflexión sobre nuestro tiempo.

Me dicen que has muerto, querido Cristóbal, y yo no lo creo. Tu recuerdo y tu música permanecerán para siempre; los que te queremos sabemos que sigues con nosotros. En cualquier caso, en tu camino hacia el Paraíso, te ruego encargues al Coro de los Ángeles que entonen tu última partitura, mientras te conducen al regazo de Abraham. Entre tanto, aquí abajo, invocamos tu ‘Dona nobis pacem’.
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