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Queremos tanto a Greta

14/12/2019
 Actualizado a 14/12/2019
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Desde que el mundo es mundo y el ser humano existe, hemos necesitado depositar nuestra fe en algo o alguien que nos animase a luchar por un ideal. Los humanos necesitamos ídolos y causas. Son esenciales para seguir manteniendo el aliento fresco.

Si de ídolos se trata, entendiendo por ‘ídolo’ modelo a imitar, admirar o seguir, yo elijo a Cortázar, él es mi ideal, incluso para parafrasearlo.

Primero fue la mitología, después la religión y por último la política. La mitología terminó por convertirse en una suma útil de leyendas. La religión, en esta época tan científica y saturada de información, ha transformado la fe en tradición y costumbres, con todo mi respeto hacia los creyentes; sin embargo, sus principios resuenan en nuestros oídos como el eco ancestral de un libro antiguo lleno de dogmas que hoy no encajan con las actuales dosis de libertad. Sus principios tan universales y pretendidamente atemporales llegan a resultar ahora mismo anacrónicos. La política nos ha decepcionado, y si no que nos lo digan a los españoles, dos años sin Gobierno estable. Pero a nivel mundial tampoco se observan grandes avances en este campo más allá de vana y hueca palabrería que no transforma ideas en hechos y de la que viven (¡y cómo!) un nutrido grupo de oligarcas sin verdadera intención de cambiar las cosas.

Por eso Greta. Por eso un ‘youtuber’. Por eso el ‘trending topic’. Necesitábamos un mesías, en este caso una nueva enviada capaz de dirigirnos un mensaje conmovedor. Ha llegado una niña al púlpito del mundo viajando en velero y nos ha dicho que no son ellos, que debemos ser nosotros quienes lo logremos, que depende de todos mejorar este planeta y hacer de él un lugar mejor, menos contaminado, más solidario, más verde, más azul. Mientras nadie se aproveche, como suele suceder con todo lo que ‘triunfa’ y haga de Greta un negocio, no nos sobran líderes. Andamos escasos de ilusión.
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