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Que volteen las campanas de Bucha o Kiev

12/04/2022
 Actualizado a 12/04/2022
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Aunque me hallo en otras latitudes muy distantes o lejanas, sépase que en el momento actual me sitúo en el Bierzo (otro idioma, otra religión, otro el credo político… ) y que nunca, nunca he viajado a la europea Ucrania. Hay, pues, un viaje pendiente en mi libreta, sí . No obstante lo he hecho tres veces a Rusia, país para el que guardo gratitud, lealtad y al que tanto debo y quiero, no así al del tirano archiconocido como ‘rey del botox’, es decir, al sanguinario y torturador mandatario de ojos saltones, Vladimir Putin, el criminal de guerra que se cree dueño del mundo y se lleva por delante a todo aquel que se cruce en su camino discrepando, aunque a veces la jugada, por suerte para los demás vivientes, le falle gracias a los brillantes médicos pertenecientes a otros países, conforme ha sucedido con el caso del activista opositor ruso también, Alexei Naualv, quien destapó muchos trapos sucios en el Kremlin y los médicos alemanes que han tirado de su vida con éxito total (el veneno fue en la ocasión el arma utilizada). ¡Cuánto cabreo, seguro, padeció entonces el malnacido en San Petersburgo, próximo a cumplir 69 años dentro de poco! ¡Cuánto quien pregona que una persona no vale nada, a lo sumo lo que una mosca!

Mas retomando el principio de estas líneas debo comentar que el albor hoy ha entrado en mis pupilas de golpe, sin previo aviso, imponiéndose. Pero enseguida acudí a la televisión más a otros medios informativos, casi siempre lo hago así. Pronto me percaté, observé que aunque fuese en la distancia el aparato televisivo depositaba para mí nieve y más nieve y más nieve y más nieve, mucha nieve, sucia, pesada, gélida, además de las imágenes de unas cuadrillas de hombres, mujeres y niños que avanzaban por la calle aturdidos, corriendo (los veo ahora desde la cocina, desarmados, con pena, gran dolor y enorme indignación. Muchos han entrado ya en la muerte al aire libre, otros en fosas comunes). No sé qué hacer. No lo sé. No lo sé. Bastantes personas avanzan presas de frío y cansancio, alteradas y confusas. Algunos niños lloran desconsolados. Me aproximo más a la ventana. Su mayor claridad lumínica en ese punto resulta más ventajosa. Desconozco la razón, sin embargo me siento culpable de la escena que cruza la calle contada la misma por el fotoperiodista procedente de Cireixido. En resumen, se nombra así: abandono, hambre, frío, cuando no un balazo que derriba y mata. Posiblemente iban todos a buscar un refugio. Posiblemente. Lo más seguro. Lo más seguro, viendo como acabo de ver las patatas esparcidas de cualquier manera junto a una bolsa de plástico rota acompañando a un muchacho que yacía muerto en el suelo con los cordones de los deportivos sin atar. Las patatas que no llegaron a su destino nunca. Las patatas abandonadas. Las patatas sin amo.

Espinosas, por no decir terribles, criminales situaciones como éstas son las que se presencian desde el 24 de febrero de 2022 cuando aún comían, reían, trabajaban y practicaban la libertad los gobernados por Volodímir Zelenski.

Ojalá, pueblo ucraniano, ojalá, Volodímir Zelenski volteen pronto las campanas de Bucha o Kiev. Sea.

Posdata azul: Vaya mi recuerdo en el 19 aniversario de su muerte en Iraq por un misil del periodista y reportero de guerra Julio Anguita Parrado.
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