02/07/2020
 Actualizado a 02/07/2020
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Sí, me da pena el gran número de perjudicados por la LOMLOE, la nueva ley educativa. En primer lugar, me da mucha pena perder otra oportunidad de mejorar el sistema educativo. Hace siete años, al aprobarse la LOMCE de Wert, la sentencia era: «esta ley nace muerta». Idéntica sentencia ahora para la LOMLOE de Celaá. Y ya es la octava. En mis años de profesor las he soportado todas: En 1970 la LGE con la EGB, BUP y COU. En 1980 la LOECE de la UCD. En 1985 la LODE aprobada por el PSOE. En 1990 la LOGSE, también con el PSOE. En 2002 la LOCE del PP. En 2006 la LOE impulsada por el PSOE. En 2013 la LOMCE y ahora la LOMLOE. Esto ya pone en evidencia y en ridículo a los políticos, a todos, porque son incapaces de ponerse de acuerdo UNA VEZ y ceder a sus caprichos para preocuparse de la formación de nuestros alumnos que tanto lo necesitan.

Me dan pena todos los centros educativos españoles, especialmente sus equipos directivos y departamentos de orientación, porque con la nueva ley una vez más deberán empezar a modificar los Proyectos Educativos de Centro (PEC) con sus miles de reuniones de departamentos, tutores, comisión de coordinación pedagógica, claustros o consejos escolares. Horas de reuniones, toneladas de papel, discusiones y votaciones. ¿Para qué ese despilfarro? Para muy poco, ya conocemos su fecha de caducidad a la vuelta de «los otros».

Me dan pena los alumnos de los centros de Educación Especial, y sus padres, porque el Gobierno ha aprovechado el periodo de alarma para elaborar la normativa que va a llevarlos a la escuela ordinaria. Por supuesto, los padres piensan que ojalá pudiera ser así. Sería maravilloso, pero son realistas y esto les suena a utopía y música celestial. Ellos saben lo que tienen en casa y que no se pueden meter todas las discapacidades en el mismo saco. Ellos también estaban tranquilos ya que tenían la seguridad de que lograrán detener este disparate porque son los padres, porque tienen razón y porque cuentan con el apoyo de la sociedad. Su idea era movilizarse para detener esta normativa, pero están muy disgustados porque no se podían ni imaginar que se aprovechase el periodo de pandemia para realizar este atropello.

Me dan pena los castellanoparlantes en Cataluña, Baleares y la Comunidad Valenciana. Lo van a tener muy «crudo» para poder expresarse en español en el aula, porque la LOMLOE a la hora de fijar el papel del castellano en la enseñanza da la competencia a la Generalitat para controlar si se aplican las medidas pertinentes para garantizar el dominio de esta lengua en las aulas catalanas. Eso es como poner el zorro a cuidar de las gallinas. Será más probable oír hablar chino o ruso en las escuelas catalanas que español.

Me dan pena los alumnos excelentes y brillantes porque la LOMLOE asesta un golpe mortal a la excelencia en el sistema educativo. El principal objetivo que se ha propuesto la ministra, y de ello presume, es atajar el «abuso de la repetición» y para eso permite los malabarismos que sean necesarios: pasar con más de dos suspensos en la ESO, disponer de tres cursos en lugar de dos en bachillerato, aprobar una asignatura por compensación, aunque ni siquiera aparezca por clase, disminuir la exigencia hasta niveles impensables. Es una ley para perpetuar el fracaso que venimos acarreando en los informes Pisa. También es un fiasco su apuesta por el objetivo de la inclusión. Todos los recursos educativos que podrían destinarse a cultivar la excelencia o, al menos, a salir de la mediocridad, son desviados al fin único de tratar la diversidad, pero la única diversidad que se atiende es la de los alumnos conflictivos o con dificultades de aprendizaje que tampoco mejoran. ¿Y qué pasa con la diversidad de los alumnos excelentes? Nada. Abandono total.

La lista de agraviados por esta ley es muy larga: enseñanza concertada, padres que desean poder elegir el centro de sus hijos o estudiar religión.Veamos un caso concreto y de actualidad. Hoy se examinan de selectividad nuestros alumnos de Castilla y León y se enfrentan a una injusticia brutal motivada por la desigualdad de exigencia y corrección en las distintas autonomías. Sin selectividad única la brecha abierta es tal que las mejores notas en selectividad las llevó el curso pasado Extremadura que, a su vez, cosechó los peores resultados en el Informe PISA. Y a la inversa, las peores notas en selectividad fueron para nuestra comunidad que consiguió los mejores resultados en PISA. De este modo un alumno de Cáceres le birla la plaza en la Facultad de Medicina de Salamanca a uno de León, que se la merecía. Realmente injusto y penoso.

Me dio una especial pena comprobar que, en la sesión del Congreso del 17 de junio para valorar y votar las enmiendas a la totalidad de la LOMLOE presentadas por la oposición, se pusieron en evidencia las dos Españas y sus dos modelos de escuela: la excelencia frente a la mediocridad, lo público frente a lo privado, el castellano frente a las lenguas autonómicas, la responsabilidad de los padres en la educación de sus hijos contra el mantra de que los hijos no pertenecen a los padres. Son dos mundos opuestos e irreconciliables que demuestran con claridad la «imposibilidad de un futuro pacto educativo». Una verdadera desgracia y una gran desilusión para toda la comunidad educativa. Había demasiada prisa y no se podía esperar a salir del estado de alarma. Ciudadanos pedía tiempo para tomar una decisión tan importante en un contexto de excepcionalidad educativa cuando lo que preocupa a las familias es saber en qué condiciones va a iniciarse el nuevo curso. Pero lo importante era liquidar de una vez la LOMCE y eso ya está conseguido. Ahora toca aprobar algunos «arreglos» a la nueva LOMLOE para dar gusto a los partidos que la apoyaron. Dudo mucho que toquen los problemas que realmente preocupan en los centros educativos: absentismo y fracaso escolar, acoso en las aulas, diferencias autonómicas de currículo, bilingüismo, respeto al profesor y carrera docente, móviles en las aulas, enseñanza a distancia o selectividad única. Estos temas son conflictivos y no interesan porque llevan a un avispero de enfrentamientos que resta votos. Los alumnos y sus padres no cuentan, los profesores tampoco cuentan. Lo importante es conseguir sus intereses partidistas. Una verdadera pena.
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