El secretario general de la organización, José Antonio Turrado, presentó este jueves el informe que Asaja elabora cada año para hacer balance de la situación del campo en la provincia poniendo el foco en la caída de la renta agraria en un 2019 que fue «pésimo» y «lamentable» para los cultivos de secano, como cereales y forraje, y «razonable» para los de regadío. Estos últimos han sido los que han permitido «aminorar» la caída de esa renta agraria, que a nivel nacional ha sido del 8,6%, unos datos que si se extrapolan a la provincia de León supondría la pérdida de 22,2 millones de euros respecto al ejercicio anterior.
Contrastes en el balance del año pasado, con un secano «lamentable» y un regadío«razonable» en la provincia Debido al retraso en la siembra de los cereales y la escasez de precipitaciones de abril y mayo, la mala cosecha del secano hizo que la zona «más perjudicada» de la provincia el año pasado fuese todo el sureste leonés, mientras que los cultivos del Páramo y de la margen derecha del Esla, de regadío, fueron los más «favorecidos». Además, las «pocas satisfacciones» de los cultivos permanentes han dejado un año malo en el Bierzo.
El pasado 2019 destacó también por un aumento de los costes de producción para agricultores y ganaderos, en recursos como los piensos y los fertilizantes. Pero desde la organización agraria destacan que el gasto que «más se ha disparado» es el precio de la tierra, tanto si es arrendada como si se adquiere en propiedad, algo que por otra parte «no es nuevo». Este punto, que no se contempla para el cálculo de la renta agraria, supone un desembolso «importante» que es «capaz de poner en cuestión la viabilidad de muchas explotaciones».
Con un mal año en lo que a cereales se refiere, León volvió a alcanzar una superficie récord de maíz, con 71.800 hectáreas, la mayoría de ellas para grano con unos rendimientos de alrededor de 12.500 kilos por hectárea, un cultivo «en expansión», según la organización, en el que la provincia es referente tanto a nivel nacional como europeo. «Lo que le pase al maíz es determinante para el balance anual», aseguró Turrado poniendo de manifiesto la importancia de este cultivo.
Asaja lamenta la "imagen distorsionada" del sector que se está dando a raíz de la cumbre del clima Con el 2019 cerrado a falta de que finalice la cosecha de maíz para grano y que se pueda empezar a sacar la remolacha, a partir de mediados de febrero según las previsiones, Asaja fija los retos agrarios para el ya presente 2020. En concreto, la organización hace hincapié en los proyectos de nuevos regadíos y modernización de los ya existentes, para los que pide tanto al Gobierno como a la Consejería de Agricultura y Ganadería que cumpla con los compromisos existentes.
Además, hacen hincapié en la pronta promulgación de una nueva Ley de Caza que satisfaga los intereses de agricultores y ganaderos y piden que las administraciones continúen impulsando medidas que garanticen una justa distribución de los márgenes en la cadena de valor alimentaria, ya que en el sector primario «nos cuesta mucho entendernos» con la industria para que los precios sean justos.
Además, en este 2020 el campo de la provincia tendrá que estar pendiente también de un mercado internacional que «nos afecta más que nunca».
Por último, ven con preocupación la «imagen distorsionada» que se está dando del sector, sobre todo tras la Cumbre del Clima que se celebró en Madrid en diciembre. «Lejos de ser el problema, creemos que somos parte de la solución», reivindicó Turrado, porque «algo tan digno como producir alimentos de calidad para la sociedad» no puede ser apuntado como responsable del cambio climático.