Que nada impida disfrutar del balonmano

León acogió el primer partido de la selección española en silla de ruedas, con el exademarista Perales de impulsor y Portugal de inalcanzable rival (10-26)

Jesús Coca Aguilera
31/10/2021
 Actualizado a 31/10/2021
Los jugadores de la selección española hacen piña antes del arranque. | ICAL
Los jugadores de la selección española hacen piña antes del arranque. | ICAL
Si hay alguien que sabe lo que es superar las adversidades que te presenta la vida es el exjugador del Ademar Óscar Perales. Le golpeó en el aspecto personal y en el deportivo, donde sus lesiones de rodilla le obligaron a retirarse antes de tiempo y le acabaron afectando luego en su día a día.

Sin embargo, lejos de rendirse o hacerle venirse abajo, quiso transformar esos sentimientos de manera positiva, lanzando proyectos para gente que debía superar dificultades extra.

Y el último que ha puesto en marcha vivió su estreno en León. Con la idea de que nada impida disfrutar del balonmano, está intentando impulsar su práctica en silla de ruedas, algo ya habitual en otros muchos deportes pero que concretamente en esta disciplina nunca había tenido una selección española.

Juegan 6 jugadores, debe haber una mujer en pista y sumarse unos puntos según el grado de discapacidad Dentro de los actos del 25 aniversario del Rodríguez Cleba tuvo este domingo su estreno en el Palacio de Deportes, donde ante un animoso público disputó su primer partido internacional y lo hizo además ante una potencia de esta modalidad como es Portugal, que demostró que hoy por hoy es un rival inalcanzable y se impuso por un contundente 10-26.

Sin embargo, el resultado era esta vez lo de menos. El objetivo es trabajar para que lo sea en el futuro, que se forme un equipo que crezca, disfrute y pueda participar en las grandes competiciones, pero de momento hay que ir paso a paso y los primeros, que son siempre los más difíciles, están dados.

Disfrutaron los aficionados de una disciplina con varias modificaciones sobre el balonmano tradicional. Una es que juegan seis y no siete jugadores, dado el espacio que ocupan las sillas de ruedas. Otra, que es mixto, por lo que debe haber siempre al menos una mujer en la pista. Y la tercera es que un tribunal médico establece unas puntuaciones en función del grado de discapacidad, buscando que exista igualdad entre los equipos cuyos integrantes en pista deben sumar un total de 17.

A partir de ahí, es cuestión de jugar. Porque el deporte es integración y, cuando el silbido inicial suena y el balón empieza a moverse, se acaban las diferencias entre quienes lo practican.
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