"Que mi nombre no se borre de la historia"

Homenaje a las mujeres republicanas que sufrieron la represión del franquismo

Noemí Carpintero
12/07/2019
 Actualizado a 18/09/2019
Amparo Climent, Miriam Tejedor y Gloria Vega en la representación. | N.C.
Amparo Climent, Miriam Tejedor y Gloria Vega en la representación. | N.C.
Cartas. Letras escritas con rapidez, con miedo, esperanza, en señal de socorro. Cartas, muchas veces sin respuesta, enviadas por mujeres en peligro con hijos aun pegados al pecho. De fondo ya se oye llegar a las tropas franquistas y salta la señal de huida.

La pieza teatral ‘Las Cartas perdidas. El exilio y la cárcel de las mujeres republicanas’ pudo verse este jueves en León durante la jornada que las fundaciones Anastasio de Gracia y Fermín Carnero dedicaron a la aparición de la mujer en espacios públicos como el trabajo, la cultura y la política. Esta pieza es es un recorrido emocional que alterna relatos de misivas enviadas por mujeres a sus maridos en el frente con emotivas canciones en directo. Un homenaje a todas esas mujeres que sufrieron en sus carnes la violencia y la represión franquista tras el golpe de estado de 1936.

Vivencias de mujeres contadas en primera persona basándose en hechos reales y documentados, interpretado por las actrices Gloria Vega, Miriam Tejedor y Amparo Climent, también autora y directora de la obra. Todo ello, acompañado de la participación de la cantante y guitarrista Miriam Eshoe.

Mujeres que sufrieron violaciones múltiples, torturas, castigos y humillaciones públicas, como la ingesta de aceite de ricino y el rapado de sus cabezas. ‘Las peladas de Montilla’ en Córdoba, fueron un grupo de niñas de apenas 13 años obligadas a posar realizando el saludo fascista, tras haber sido sometidas a otras torturas por ser hijas de republicanos. Sus miradas reflejan el sufrimiento de una época y la vulnerabilidad de la mujer en uno de los periodos más duros de la historia de nuestro país.

Muchas de estas mujeres republicanas optaron por el exilio, huyendo junto a sus hijos y obligadas a abandonar todas sus pertenencias y recuerdos por el camino. Se conoce como la retirada al éxodo por la frontera con Francia a pie de miles de españoles en uno de los inviernos más fríos, el de 1939.

Una vez en Francia, eran trasladadas a campos de concentración, donde las penurias continuaban, juntándose la miseria, el hambre y el frío invierno, con la tristeza de haber abandonado a sus familiares en un país gobernado por el franquismo.

Desde los campos de trabajo los relatos violetas (nombres que reciben las cartas enviadas por mujeres a sus maridos en el frente) se volvieron más duros y desgarradores. Los niños enfermaban y el frío obligaba a enterrarles en la arena para mantener la temperatura. Las cartas se transformaron en súplicas y despedidas, quitándose muchas mujeres la vida en señal de desesperación.

Francia no fue el único destino, muchas mujeres mandaron a sus hijos hacia México y Orán con la promesa de volver a reunirse en el futuro. Lo que no sabían es que allí no les aguardaba nada mejor y una gran parte de los exiliados terminaron finalmente en otros campos de concentración, conocidos como los campos de la muerte en el norte de África.


Las que se quedaron


España se había convertido en una gran cárcel. Las que se quedaron terminaron entre rejas, pero las vejaciones no hicieron sino incrementar su lucha y reafirmar sus ideas políticas. La Iglesia se alió con el régimen, cediendo monasterios y otros edificios para convertirlos en prisiones.

Una denuncia firme hacia los ataques a la mujer por el hecho de serlo, destacando su valentía y el olvido continuado en los relatos de la historia. El lema ‘Que mi nombre no se borre de la historia’ hace referencia a todas aquellas que cayeron para que hoy podamos vivir en libertad. ‘Las Cartas perdidas’ son aquellas que llegaron y se escondieron por temor, aquellas que no se pudieron enviar, aquellas que nunca llegaron a su destino… son, las que nunca deberían haberse escrito.
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