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Que los perros en la iglesia

20/01/2020
 Actualizado a 20/01/2020
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La fiesta de San Antón, a la que cada año a pesar de haber más familias que prefieren mascotas a hijos acuden menos animales en busca del agua bendita, es una cita que deja imágenes y situaciones sorprendentes. Y algunas de ellas merecedoras de comentario tal día como hoy en el que quizás esperara que hablásemos de la propiedad de los primogénitos que estos días está de moda o incluso del tiempo, la conversación más socorrida cuando no se tiene tema de conversación.

Un dicho leonés censura a quien no es necesario en algún lugar diciendo que el sujeto en cuestión «está más de sobra que los perros en la iglesia». Seguro que lo ha oído en alguna ocasión o tal vez sea de los que, como es mi caso, consideran que salvando las excepciones de los perros guía que son los ojos de su dueño los animales de cuatro patas no pintan nada dentro de un lugar cerrado. Sea la iglesia, una ferretería o un restaurante.

Por decir esto me criticarán los animalistas para quienes el ganado es más importantes que la gente y me señalarán aún más los antirreligiosos que no saben respetar un espacio de culto, pero en honor al decoro ahí va mi opinión sobre un tema que llevo viendo varios años en la fiesta de San Antón y que, casualmente, son personas que no vuelves a ver dentro de la iglesia el resto del año.

Hace una temporada, en una tienda de alimentos –adviértase la puntualización– donde estaba esperando a que me atendieran con una paciencia casi infinita y tres delante para un solo dependiente, se dio una situación parecida. Una señorita entra con su perrazo aparentemente poco aseado, pero al menos con la suficiente educación para preguntar si molesta que pase con el animal. El dependiente dice que no, que pase. Con tal de vender…

Pero una clienta que esperaba a ser atendida, como yo pero con menos incontinencia verbal, dijo que sí le importaba, que un perro (se ahorró los calificativos para el pobre animal) no pinta nada donde se vende jamón loncheado, cecina y quesos. ¿Y quiere que le cuente lo que ocurrió? Pues que el de la tienda echó a la señora y a sus dos niños y la del perro se quedó, pidió la primera y se llevó recortes de embutido para el can.
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