Es otra fiesta. Aunque no sé si se puede llamar fiesta cuando no toca la Orquesta Panorama. Es otra cosa, dejémoslo ahí.
Es una sucesión de estampas diferentes –al margen de un cura riñendo con un concejal «pa na» pues ya saben lo que hay– que dejan a los guiris mirando extrañados. «¿Avellanas?».
Los guiris siempre preguntan lo obvio o se fijan en las avellanas mientras por la calle un paisano lleva el carro y las vacas como si fuera a sacar patatas, pero de lujo, con flores y manteos, con unas mullidas que sólo sacan por San Froilán, como el abuelo la corbata, que solo la desenfunda en bodas y cosas mayores.
«¿Avellanas?» pregunta mientras recorren las calles pendones y pendones, pendoneros que los bailan, ayudantes que los sujetan con vientos («¿vientos?»), paisanos que hacen bulto con unas camisetas que ponen el nombre del pueblo...
Y asturianos ¿Será porqué son vecinos o es que no puede haber ninguna fiesta sin que ellos saluden con su «¿qué ye oh». A ver si es que no son fiestas cuando no toca Panorama sino cuando no haya asturianos.
«¿Avellanas?», pregunta el guiri, mientras el guaje ve la estampa y hace una reflexión mucho más sensata: «Papá, que los frailes llevan pantalones debajo de las faldas».
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