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¡Qué hombre!

19/11/2022
 Actualizado a 19/11/2022
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Si me preguntaran cuál es mi prototipo de hombre ideal, en seguida evocaría la presencia firme, apacible y serena de aquel apuesto abogado viudo que vivía con sus hijos al sur de Estados Unidos en los duros tiempos de segregación racial.

Cuando Harper Lee ideó a este personaje de su célebre novela ‘Matar a un ruiseñor’, no se imaginaría que sería dignificado en la gran pantalla por Gregory Peck. Certera apuesta, la de Robert Mulligan, al fijarse en este californiano de estilizada figura, y franca apariencia, para ser el letrado Attikus Finch. Un papel a la medida del actor. Gregory Peck, de convicciones demócratas, activo dinamizador cultural y mecenas, y firme defensor de campañas a favor de la lectura, idealista y soñador. ¡Dios mío, ¿a quién no le gusta un hombre así?

El personaje de Attikus esconde bajo su perfil adusto, grandes gafas, impecable traje de lino blanco y flequillo ladeado de tímido reservado en contraste con una atractiva media sonrisa, a un titán comprometido con la justicia. Attikus es un hombre al que le gusta terminar el día en el porche de su casa mientras desgrana cuentos para sus hijos antes de dormir. Representa el lado más tierno y paternal del hombre. En un momento de complicidad lectora, Attikus le hace la siguiente reflexión a la pequeña y rebelde Scout: «¿sabes? nunca se conoce realmente a un hombre hasta que uno se ha calzado sus zapatos y caminado con ellos».

Hoy se celebra el día internacional del hombre. Por ello merece la pena colocarse en la piel del sexo opuesto. Enfundarse sus zapatos tomando como hilo conductor la reflexión que Arturo Pérez Reverte hizo, precisamente este pasado 19 de marzo, en su habitual columna de ABC cuando indicaba que la palabra hombres no atraviesa por su mejor momento «el machismo tóxico –afirma Reverte– ha existido siempre en todas partes y culpas milenarias, responsabilidades sociales, egoísmos, torpezas, crueldades, violencias, pasan hoy una factura a menudo merecida. En un mundo, o una historia del mundo, donde las mujeres son víctimas con demasiada frecuencia, la palabra hombres tiene una justificada mala prensa» pero mirando al personaje de Attikus y sus dilemas morales, la sutileza de sus modos y la firmeza de sus formas, es fácil entender la reflexión que el académico hace al finalizar su columna y tomo prestada: «Algunas mujeres ignoran lo que hay de grande y temible en el hombre. Nos ven demasiado jóvenes o demasiado viejos, nos ven agacharnos con dificultad, nos ven en paro forzoso, desorientados en este mundo, nos ven abrir sus puertas y sonreír, nos ven de cerca y… ¡Nada, no saben nada!».

Pues habrá que acercarse para descubrir…

Este Reverte…¡qué hombre!
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