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¿Qué hay de lo nuestro?

11/01/2020
 Actualizado a 11/01/2020
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Aplausos. Lágrimas. Abrazos. Frustración. Pataleta. Rabia. Buena y mala educación. Ofensas como ‘boomerangs’. Rifirrafes de ida y vuelta. Así hemos vivido el debate de investidura, como la visión de un terreno plagado de minas que van explotando una a una por sorpresa, cada cinco minutos. Boom. Comienza una legislatura bronca, emoción y berrinche. La democracia es así, unos ganan y otros pierden. Hagan juego. Hay que aceptar sus normas, nos gusten más o menos, nos convenzan o no los discursos, los socios que aúpan al líder, el pago en la aduana del parlamentarismo.

Unos hablan de Estado plurinacional, otros dicen que esta es la segunda transición, el camino hacia una ‘República socialista de pueblos íberos’ en sentido hecatombe bolivariana, estos mismos ya empiezan a repasar su portugués y observan meticulosamente postales de Andorra. Otros hablan de cambio necesario, del fin de una era llena de errores históricos, del comienzo de la libertad. Muera el Ibex 35. Los más serenos piensan que ni lo uno ni lo otro. Creen que España es lo suficientemente fuerte como para sobrevivirnos a nosotros, que ya lo ha hecho antes. Constitución. Viva el 78. Más Constitución. Concordia. Paz. Libertad de prensa.

Y en medio del estruendo los leoneses, unidos a esta algarabía de naciones, intentamos resucitar nuestra reivindicación histórica, pues de derechos históricos andamos sobrados. Un ramo florido de intelectuales, la UPL, el alcalde y más del 83 % de la población le dicen al Gobierno: «¿Y qué hay de lo mío? ¿Qué hay de lo nuestro? No pedimos gran cosa ni perjudicamos a nadie, oiga, pero es que razones nos sobran y tenemos mucho que ganar. Que aquí nadie quiere dejar de ser español, solo se trata de ser leoneses y no castellanos. Mire usted que por quitarnos casi nos quitan el AVE. Menos mal que andamos alerta en esto del reparto, que si en vez de darnos nos quitan velocidad. ¡Ay!»
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