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¿Qué ha pasado aquí?

26/03/2021
 Actualizado a 26/03/2021
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A lo largo de las pasadas semanas me he tomado la obligación de recopilar textos que se han ido publicando en este periódico, artículos con cuadros explicativos de datos de la comunidad, que lo han sido no de forma sistemática, sino como noticias y comentarios de aspectos especialmente sociales pero que también tienen su implicación económica.

De uno en uno decían bastante. Pero cuando se despliegan en conjunto y se interrelacionaban, cosa muy fácil, pues, por suerte (o quizás por desgracia) los cuadros están realizados con la misma sistemática, es para llorar.

Sí, digo que es para llorar, y creo que no exagero. Y si me pregunto cómo hemos llegado aquí, tengo que reconocer que no tengo respuesta.

Me he limitado a recortar los artículos y no me resisto a comparar aquí esos datos, aún a riesgo de parecer catastrofista. Pero creo que hay que hacerlo, y a pesar de que soltar números y porcentajes resulta áspero. Procuraré mostrar los mínimos posibles.

Empecemos por la cosa demográfica, aunque es algo que ya comenté hace poco. Según datos de 2020 la provincia de León tiene 456 723 habitantes (por 520 000 en los sesenta-setenta), y Valladolid 519 819 (por 335 000 en aquellas misma fechas). Son números que, creo, no necesitan ni el más mínimo comentario. Es una obviedad que situar allí la villa y corte tiene tirón natural y a veces no tan natural, y que el que está al lado de la vaca es el que la ordeña.

Quiero añadir a también a Burgos, por tener una referencia más para los posteriores datos, ya que es la tercera provincia en población (354 996 habitantes), y casi en superficie, y alejarme así de la sempiterna y única comparación con Valladolid.

Según el padrón, hay 53 874 residentes de León en el extranjero, 17 535 de Valladolid y 21 525 de Burgos. En porcentaje, el 12% de leoneses, el 3.37% de Vallisoletanos y el 6% de burgaleses. Está claro, por amplia diferencia, que León se lleva la palma: no hay incentivos suficientes, y si quieres abrirte camino, y no cabe duda que capacidad intelectual y laboral hay suficiente, has de marcharte fuera.

No tengo los datos de los que no se han marchado tan lejos, sino simplemente aquí al lado, pero mucho me temo que la cosa es similar. Solamente he de mirar a mi lado: mis dos hijos están trabajando en otras provincias.

Y los parados, sin contar los acogidos al ERTE. Otra gloria. 34 673 en León, en Valladolid 37 761 y 23 698 en Burgos, en porcentajes del 7,5, 7,2 y 6,6 % respectivamente. Aquí estamos bastante parejos, aunque, claro, mal de muchos consuelo de tontos.

En cuanto a pensionistas, en León tenemos 140 406, en Valladolid 115 890 y en Burgos 90 587. Con porcentajes sobre población residente del 30,6, 22,2 y 25,4. Nuevamente nos llevamos la medalla de oro.

Así que el ganador es… León en todas las categorías. Y posiblemente en unas cuantas más de las que no he obtenido datos.

Qué ha pasado aquí, qué hemos hecho, o no hemos hecho, para que la provincia más grande, más rica y más poblada de los años sesenta se haya convertido en la más envejecida, la más vaciada y la menos atrayente.

La minería se ha ido a la porra, porque se ha ido en todas partes y porque aquí se han hecho esfuerzos inauditos para, habiendo recibido miles y miles de millones, no de pesetas, sino de euros, que es bastante más, llegar a un final triste y pedigüeño, después de un Plan Miner y no sé cuantas cosas más, que no se sabe a dónde han ido.

Y todas esas industrias, instalaciones, explotaciones y servicios de nivel nacional y gran volumen, que no voy ni a enumerar porque alguna se me quedará en el tintero. ¿Dónde están? Bastantes capidisminuídas, ni sombra de lo que fueron, y muchas volaron, lentamente, una detrás de la otra mientras nos rasgábamos las vestiduras.

¿Qué ha pasado? ¿Dónde está aquel espíritu? ¿Hemos caído en la cantinela de «cuál es la ayuda», «cuál es la subvención», «¿tiene exenciones fiscales?», «a ver si me traen…», «que aquí se ponga», «es que se lo llevan a Valladolid» y así esperar la caída del maná? Porque todo aquello que era el motor de la provincia se hizo en épocas en las que no había nada de todo eso, con el empuje y las ganas de muchas personas de aquí, porque eran de aquí, y de fuera porque aquí las trajeron.

Ahora no, esperamos que nos den y nos quejamos de la España vaciada y que se sigue vaciando.

Y lo peor no es lo que ya ha sucedido, con ser bastante, lo peor es la pregunta ineludible: ¿Y ahora, a dónde vamos?
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