¡Qué grande es el Peque!

22/01/2016
 Actualizado a 17/09/2019
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No te fíes en los pueblos de la apariencia de aquellos a los que llaman Chiqui, Peque... las apariencias engañan más que nunca y detrás del ‘diminutivo’ se esconde el cariño y la admiración por tipos grandes.

Mira la estampa, el mayo llega parece querer tocar el cielo y quien lo sube, Peque, apenas levanta unos palmos del suelo, no tiene un gramo de grasa y los surcos de la cara delatan muchas horas de vientos y nevadas chocando contra ellos.

Aquel día el mayo se antojaba casi imposible, lejano, altísimo. Los viejos del lugar hablaban de aquellos vecinos de antes capaces de todo, recordaban a alguno que «si le ponías un bocadillo arriba le tocaba la bragueta a San Pedro para que abriera».

Por allí andaban jóvenes en ropa deportiva de los que se sabía su intención de intentarlo, a los que se reconocía haberlo hecho en otros lugares, alguno de esos pocos pueblos en los que se mantiene la tradición de «subir el mayo». Pero Tasio –aquel pequeño luchador al que llamaban El Gato, especialista en enroscar tíos mucho más grandes que él–preguntaba a unos y a otros si no habían visto por allí a su primo El Peque, Juan Carlos Prieto, el de Salio, uno de esos pueblos que murió bajo el pantano pero dejó a sus hijos como ejemplo de su raza.

Y apareció Peque. Seguramente con más años (45)que kilos. Se desnudó, quedó solo con un pequeño pantalón y fue subiendo como un Tarzán sin película. Se hizo sangre en las piernas, se arañó ‘el costillar’... pero se abrazó con fuerza y le tocó la bragueta a San Pedro.

– Ahora no me duele nada, cuando me vaya a levantar después de dormir no habrá nada que no me duela, pero esto es así.

Más claro agua ¡Qué grande El Peque!
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