El satélite Seosat-Ingenio es el «mayor proyecto espacial desarrollado en España, el fallo evitó que el satélite pudiera fotografiar cualquier punto del planeta cada 3 días e iba a observar la Tierra durante siete años, aunque llevaba combustible para diez.Entre las funciones que tenía encomendadas iba a resultar especialmente práctico para confeccionarmapas de desastres naturales poco previsibles: inundaciones o incendios forestales, así como para ayudar a estudiar y entender el cambio climático».Y al frente está Demetrio Zorita. Estuvo este mismo nombre muy presente en los medios de comunicación y el debate político con motivo de la aplicación de la Ley de Memoria Histórica ante la pretensión de que una de las calles a retirar era la del Comandante Demetrio Zorita Alonso, el padre del ingeniero Demetrio Zorita Rieckers. Curiosamente éste último, el hijo, vivía en Madrid en la calle Comandante Zorita. El argumento esgrimido para retirarle la calle era la participación del militar berciano (Ponferrada, 1917) como aviador en el bando franquista durante la Guerra Civil. Pero resulta que la elección de este comandante para estar en el callejero de Madrid, en el de su Ponferrada natal y en el de León es que sumaba su condición de ser «el primer español en romper la barrera del sonido». Fue, seguramente, el nombre más controvertido de cuantos se barajaron, sobre todo en Madrid. El historiador berciano Francisco Balado Insunza, estudioso de la biografía de Zorita Alonso y autor de trabajos como ‘Demetrio Zorita Alonso (Ponferrada, 1917- Madrid 1956): Aviador, comandante del Ejército del Aire, héroe moderno’ recordaba que «en 1954, Demetrio Zorita Alonso fue el primer español en atravesar la barrera del sonido pilotando un avión. El destino, o simplemente la desgracia, quisieron que sólo dos años después, realizando un vuelo de prueba, su avión se estrellase. Zorita murió en el acto. El 27 de noviembre de 1956. Con 39 años dejaba esposa y tres hijos». Explicaba cómo su padre, ponferradino, se trasladó a León y puso cerca de San Marcos un negocio, Maderas Zorita, y tuvo seis hijos, de los que Demetrio nació en Ponferrada y los otros cinco en León. «Cuando estalló la Guerra Civil Demetrio tenía 19 años y como a miles de españoles de su generación, la guerra civil, le destrozó la juventud. Se alistó y combatió, como infante, en el Frente Norte en las filas del bando franquista. Posteriormente, durante la contienda civil, aprendió a pilotar aviones en Alemania y, ya piloto, participó en acciones de combate contra la aviación del bando republicano que se nutría de Polikarpovs soviéticos». Después de la contienda, recuerda Balado, «se alistó voluntario en la Escuadrilla Azul, combatiendo junto a la aviación nazi contra la Unión Soviética en la II Guerra Mundial. Las fuentes dicen que volvió a casa en 1942 decepcionado con los alemanes y se centró, el resto de su vida, en la instrucción aérea».
El tercer Demetrio Zorita, de segundo apellido,Gómez Escolar —«otro cerebrito», dice el historiador oral de todo lo leonés en Madrid, Chema Hidalgo— fue quien defendió la permanencia de su abuelo en el callejero de Madrid acudiendo a la reunión de la Comisión encargada y tomando la palabra: «Soy Demetrio Zorita Gómez Escolar, vivo en la calle Don Quijote, llevo 41 años en el Barrio. Entendemos (la familia) que mi abuelo no está relacionado con la Ley de la Memoria Histórica, que dice ‘retirada de los símbolos de la guerra civil, represión... Mi abuelo tenía 18 años cuando empezó la guerra y no hizo apología del franquismo». Sí recordó que estuvo en la Escuadrilla Azul «a la que se sumó con el convencimiento de luchar contra la amenaza comunista pero no por afinidad con el nazismo». Y remató: «lo que sí hizo mi abuelo fue lanzarse en picado con un avión, en la vertical, metiendo la palanca de gases a fondo para alcanzar la velocidad del sonido que los aviones de la época no estaban preparados para hacerlo. Era una maniobra muy arriesgada, con un elevado índice de mortandad pero él quería que la aviación española entrara en la historia». Finalmente les contó que sus abuelos compraron sobre plano una casa en una cooperativa de viviendas para militares. «Falleció y no conoció la casa; la abuela, viuda y con tres hijos tuvo que pedir ayuda a la familia para poder acabar de pagarla» y unos años después, en 1960, la Asociación de Vecinos pidió que la calle se llamara Comandante Zorita, y les fue concedido.
¿La solución? Salomónica. La calle se llama ahora Piloto Zorita y en ella sigue viviendo su viuda y su hijo.
Tres Demetrio Zorita.