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Que baje Dios y lo vea

09/06/2019
 Actualizado a 17/09/2019
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Todo el lío suscitado por el recuento de votos en las ultimas elecciones –de incomprensible explicación por ser los tiempos que corren de avanzada tecnología– hace que por curioso tejemaneje sea incierto el color político de gobiernos tras subsiguientes pactos a diestra o a siniestra, o entre ambos. En las vísperas, hemos sufrido los ciudadanos la tabarra de mítines latosos y debates con mentiras e insultos, atiborrados los buzones de propaganda inútil llena de promesas de obligado incumplimiento...; ¡habiendo tantas necesidades desatendidas por falta de presupuesto! Todo esto, de tan absurdo, si no es para tomárselo a risa, que baje Dios y lo vea.

A uno le recuerda al gran humorista Jardiel Poncela. En su obra ‘La ‘tournée’ de Dios’, nos cuenta que la Humanidad está como una cabra, e intenta demostrar la hipocresía mundana a través de una visita de Dios a la Tierra. Novela de ácida crítica social, tiene como dedicatoria: «A Dios, que me es muy simpático». Dice el autor que ideó este libro durante el verano de 1929 retirado bajo una tienda de campaña instalada en las cumbres de Fuenfría (Guadalajara), y acompañado de un muchacho de once años que le servía de criado y al que denominaba el ‘boy’, no por presumir de educación británica, sino porque jamás acudía cuando se le llamaba. Ideó y pensó el libro «una noche cualquiera de aquel verano, mientras el búho emulsionaba el aire con sus alas y lo ametrallaba con sus gritos lúgubres. Ideó y pensó el libro, en fin, ante el espectáculo misterioso y eterno de la Naturaleza, agobiado de estrellas, sitiado por inmensos bosques de pinos, junto a una hoguera perfumada de resina, con una barba de veinte días y pelando patatas para la cena».

En la novela ‘La ‘tournee’ de Dios’, el Hacedor Supremo se personifica, baja del cielo y se dispone a dar un mitin en una plaza de toros capaz de albergar a treinta y seis mil espectadores. La Tribuna Divina está instalada en la meseta de toriles. Durante el acto se prohíbe la venta de almohadillas, bebidas, golosinas etc. Se autoriza, en cambio, como cabía esperar, la venta de estampas, medallas, escapularios y crucifijos.

En el discurso divino, Dios va poniendo de relieve los errores y falsedades en que incurren quienes dicen interpretarle y defenderle. El clímax del relato se produce cuando la soberbia humana exige del Altísimo que tome partido. Los ‘blancos’, o sea, los de derechas; consideran que ellos son sus mejores y únicos intérpretes. Por su parte, los ‘negros’, esto es, los de izquierdas, estiman que el Señor está de su lado. Se trata, pues, de ideologías, no de razas:

«Constituis dos bandos: los ‘blancos’ y los ‘negros’. Unos formáis vuestro programa posponiendo a todo las ideas de Patria, Historia, Ejército, Orden social, Familia, Iglesia, Dios, y creéis estar en posesión de la verdad (…). Los otros habláis de Igualdad, Libertad, Unión Universal, de Solidaridad, de Democracia, de Socialismo, de Comunismo y de Anarquía en confusa mezcla, y también creéis tener la verdad de vuestra parte (...). Lo que para los unos es Historia para los otros es Porvenir; lo que unos llamáis Patria otros denomináis Universo; lo que unos queréis que sea Igualdad otros queréis que sean Clases; cuando unos decís Iglesia Católica otros decís Cristianismo Socialista y otros decís Ateísmo. Y todos creéis tener razón y esperáis ver hacia qué lado me inclino yo y a quién le doy la razón (...) Pues bien: yo no os doy la razón a ninguno, pues no estoy ni con los blancos ni con los negros, ¡Estoy solo, divinamente solo!».
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