27/06/2020
 Actualizado a 27/06/2020
Guardar
Tenemos unos amigos que son expertos en la Noche de san Juan y pongo noche con mayúscula porque ésta lo merece. Nuestros amigos saben las hierbas que hay que quemar en la hoguera, las vueltas que debemos dar alrededor y todos los rituales que requiere la ocasión. Los meigallos, que dirían en Galicia.

Con ellos llevamos vividas unas cuantas noches de san Juan y el otro día les decía que siempre me despiertan el pensamiento mágico, que suelo tener bien dominado. Junto a las llamas de la hoguera, que huelen a romero y a hierba de san Juan y a no sé cuántas cosas más, en esa noche tan mágica y tan corta, es difícil no sentirse animista, politeísta o teísta sin más, místico de andar por casa. Sentirse algo, lo que sea. Por si acaso, y teniendo en cuenta todo lo que hay que purificar este año, salté la hoguera tres veces. Si las llamas me quemaban el culo, al menos tenía a mano a una amiga enfermera. La ciencia, que siempre nos salva el ídem, no vaya a ser.

Esperamos este verano como algo purificador. Los habrá que lleguen a la playa y se arrodillen a besar la arena, como hacía el papa aquel. O besen la hierba del monte o la casa familiar o el hotelito rural, según. Por las calles van ya los escolares, con las notas en la mano, agitando su libertad y deseando purificarse de tanta sintaxis, de la trigonometría y las raíces cuadradas, del inglés y el latín, de la biología, de la historia. Las vacaciones de verano escolares son puro presente, no hay cabida en ellas para las oraciones subordinadas adverbiales o para la Revolución Francesa. Menos mal. El verano es río y bicicleta, es rozar una mano con otra en noches que se alargan, son siestas perezosas, es la mantequilla del sol derritiéndose sobre el cuerpo.

Me hablaba ayer una profesora de una alumna que logró la matrícula de honor en bachillerato. La chica no tenía Internet en casa y estos meses ha estado trabajando con su móvil, como ha podido, a veces en las escaleras de su edificio, porque un vecino le había dejado la red Wifi abierta. Algunos chicos han adelantado el verano, pero otros han currado como fieras. Y para que eso fuera posible, al otro lado de las pantallas han estado profesores, no robots, que nadie se olvide.
Lo más leído