Secundino Llorente

Puntos fuertes y débiles de la Lomloe

14/07/2022
 Actualizado a 14/07/2022
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La Lomloe ya está aquí. Las modificaciones introducidas en el currículo, la organización, objetivos y programas de ESO y bachillerato, se implantarán para los cursos 1.º y 3.º de ESO y 1º de bachillerato en septiembre de 2022 y para los cursos 2.º y 4.º de ESO y 2º de bachillerato en septiembre de 2023. En muchos artículos he opinado sobre esta ley, pero hoy quiero contar claramente a mis lectores lo que ‘me gusta y no me gusta’ de esta reforma.

Empieza no gustándome el formato de la ley en el Boletín Oficial del Estado, parece que se proponen complicarlo para que sea más difícil de entender. Esta normativa se apoya en la LOE y eso obliga a ir adaptando cada cambio sobre el texto de la antigua ley. Os invito a que veáis este jeroglífico en el texto del BOE. Por si esto fuera poco, nos tenemos que aguantar el pobre, ridículo y grotesco lenguaje inclusivo, con innumerables «alumnos y alumnas», «profesores y profesoras» o «diputados y diputadas». Y me apoyo para calificarlo así en autoridades como Arturo Pérez-Reverte: «resulta empobrecedor, artificioso y ridículo». O en Francisco Rodríguez Adrados, de las Reales Academias Española y de la Historia, «es tonto e inútil, destroza la economía del lenguaje. Es grotesco». O el director de la RAE, Darío Villanueva: «El problema es confundir la gramática con el machismo».

Me encanta que la Lomloe recupera la Diversificación Curricular que conlleva una atención diferenciada y una división de grupos. Ese «atajo» ayuda a estos alumnos con mayor dificultad a conseguir el título de ESO.

Me satisface que la Lomloe no elimine la religión de la educación pública, y también estoy de acuerdo en que esta materia deje de hacer media con las otras para el acceso a la universidad o para conseguir becas. Me parece lógico que su nota no equivalga a las Matemáticas o la Historia.

No me gusta, por supuesto, la politización de la educación. Añoro la enseñanza pública y no enseñanza política. Según Eduardo de Mesa Gallego, coordinador del Instituto CEU de Estudios Históricos, la Historia parece un plan diseñado para manipular a los alumnos, con falta de información y conocimientos, son más fáciles de manipular y apoyan las tesis que defiende el poder. «Buscan la idiotización de la sociedad española para hacernos más manejables aún».

Me desagrada y hasta me irrita el «buenismo» de esta ley. Para mí llega a ser un atentado contra la cultura del esfuerzo y del mérito: En la ESO la promoción queda en manos del profesorado sin tener en cuenta el número de suspensos y en el Bachillerato con dos novedades importantes: posibilidad de prolongarlo «de dos a tres cursos» y de «compensación» en caso de superar todas las materias salvo una. Podría darse el caso de que un alumno se matriculase en una Ingeniería en la universidad sin saber sumar y sin haber aprobado las matemáticas nunca.

Me enojan las «falacias» de esta ley.La primera falacia: «La rebaja de las ratios de alumnos por clase», era lo único bueno que conseguimos de la pandemia y no se ha incluido en la Lomloe porque el Ministerio ha pasado el «embolado» a las comunidades ya que, según él, tienen competencias para rebajar esas ratios, pero ¿de dónde van a sacar el dinero?La segunda falacia: «el Gobierno y los centros de Educación Especial». Los padres de estos niños están muy disgustados, molestos y airados porque, a corto plazo, la normativa va a llevar a sus hijos a la escuela ordinaria. A todos, independientemente de su grado de discapacidad. Por supuesto, los padres piensan que ojalá pudiera ser así. Sería maravilloso, pero son realistas y esto les suena a utopía y música celestial. Ellos saben lo que tienen en casa y que no se pueden meter todas las discapacidades en el mismo saco. Los padres de alumnos de educación especial no creen que el Gobierno llegue a dotar a los colegios ordinarios de todo lo que sus hijos necesitan. Y la tercera falacia, la Lomloe trata de poner coto a las tasas encubiertas que en los concertados se hacen pagar a las familias. Se prohíben actividades de pago en horario de jornada lectiva. Hay una lucha encubierta a la que realmente no se ha dado una solución. Por una parte, con el área única se produce la segregación del alumnado, los que tienen dinero se mueven a colegios donde no haya pobres, migrantes ni con necesidades espaciales, y otros centros quedan como guetos. Aquellos que son hijos de familias más pobres no suelen ir a los privados concertados. Por otra parte, la enseñanza concertada se queja de que se ponga coto a la red de escuelas concertadas al eliminar el término «demanda social» que obligaba a las autonomías a planificar las plazas escolares en función de la preferencia de las familias. Su argumento es que «quieren un modelo único, laico y público, pero amenazan con ir al Constitucional, que garantiza la libertad de elección de las familias».

Pero lo que realmente menos me gusta y más me ofende de esta Lomloe es lo que se han callado, porque prefieren no complicarse la vida metiéndose en avisperos que pueden restar votos. No interesan temas enrevesados, como el acoso escolar, el abandono escolar temprano, el bilingüismo, el fracaso escolar, la formación del profesorado, la selectividad tal y como la conocemos, sin atreverse a imponer una selectividad única, la educación afectivo-sexual, blindándose los talleres LGTBI contra los que quieren objetar los padres del «pin parental, la no segregación por sexos, el uso del móvil en las aulas, los deberes, etc. Tengo la sensación de que son TANTOS los problemas que nos están ahogando que necesitamos con urgencia y YA «el pacto educativo soñado».
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