31/10/2017
 Actualizado a 09/09/2019
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Cuando Don Carlos Puigdemont ha dicho que no se da por aludido, que no reconoce su destitución y que sigue siendo presidente de la Generalidad, nos trae a la memoria al llamado Papa Luna, que, bajo el nombre de Benedicto XIII, murió en el castillo de Peñíscola creyéndose que era el verdadero Papa. De ahí viene el famoso dicho de mantenerse en sus trece, que es lo que pretende el político catalán y sus seguidores. Así mismo la escena de varios cientos de jóvenes y mayores celebrando la declaración de la república catalana nos recuerda a aquellas personas que seguían bailando al son de la orquesta mientras se hundía el Titanic. Por eso en el fondo esa gente da pena, porque se engañan a sí mismos y además es imposible convencerlos de su error. Los árboles no les dejan ver el bosque.

Tristemente en todo este proceso ha desempeñado un papel muy importante la mentira o, para ser más exactos, las mentiras. Y, si se nos permite utilizar un término recientemente incorporado al diccionario, digamos que está muy presente ‘la posverdad’, cuyo significado es elsiguiente: «Toda información o aseveración que no se basa en hechos objetivos, sino que apela a las emociones, creencias o deseos del público». Responde también a eso de que una mentira repetida muchas veces puede dar la sensación de quese trata de una verdad. Si bien es cierto que muchos de los que formulan estas mentiras se las creen. Y por eso es tan difícil dialogar o debatir con ellos.

La primera gran mentira o posverdad es la afirmación de que Cataluña no es España. Podría suceder que, aun creyéndose españoles, los catalanes se consideraran superiores al resto. Aun así sería una utopía pretender separarse sin pagar un caro precio. Es como si la cabeza pretendiera vivir separada del cuerpo.

La parte positiva de este frustrado ‘procés’ es que son muchos los que, gracias a él, han podido descubrir todas estas mentiras: que sería posible la independencia, que conduciría a un paraíso, que no tendría consecuencias económicas, que quedaría impune, que los secesionistas son mayoría, que no son ellos los que roban o se aprovechan, que el 155 no tendría razón de ser... Ciertamente todas estas posverdades o mentiras han sido posibles gracias a la inestimable colaboración de las escuelas manipuladoras y del servilismo de algunos medios de comunicación. Lo malo es que la posverdad también triunfa en otros terrenos a nivel nacional, no solo porque abundan mentirosos y embaucadores, sino también ignorantes e incautos.
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