Pues tú no

19/05/2018
 Actualizado a 19/09/2019
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Según un estudio, la mitad de los estudiantes que han pasado por las universidades de Castilla y León acaban como asalariados en una empresa por cuenta ajena. Y sólo el 4% deciden emprender. Sin contar con todos aquellos que al no encontrar curro siguen estudiando o directamente se van al paro, que seguramente sean muchos más. Me sorprende un poco el dato, porque últimamente no paro de encontrarme casos a mi alrededor de gente que se arriesga a montar su propio negocio y que, en ocasiones, consideran que el resto de los mortales que trabajan para otro están en un escalafón inferior. Hace poco presencié una conversación un tanto intensa entre jefe y empleado, en la que justamente salió a relucir la importancia de tener un ‘perfil emprendedor’. «¿Sabes lo que eso significa?», preguntaba el jefe. «Pues tú no lo tienes», se autocontestaba. ¿Acaso es malo no querer embarcarte tu solo en un proyecto propio? ¿Eres un poco más tonto por no atreverte a hacerlo? Tu padre no es rico, y no puede ponerte un negocio, ¿quizá? Pero entonces entra en juego ese maravilloso término del intraemprendimiento. Empleados todoterreno que a pesar de estar trabajando para una empresa también tienen que desarrollar habilidades de proactividad, innovación, mejora de procesos, aportación de soluciones disruptivas... en fin, la panacea en verso por poco más de 1.000 euros. Y algunos también se toman la licencia de decirte que si no te da tiempo a hacer todo eso en tus horas de trabajo, lo puedes hacer en casa, porque la inspiración no tiene por qué pillarte siempre trabajando... En definitiva, que hoy en día da igual que tu opción de vida no sea construir algo propio, porque te van a pedir que tengas ese espíritu, quieras o no. Lo que no se plantean algunos es que si todo el mundo lo tuviera, nadie sería tan tonto de estar aguantando mecha al jefe de turno. Así que no pidáis tanta proactividad, que igual con la misma la gente se anima, coge el petate y se va a la aventura.
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