Como recordaban este sábado en los corrillos de la feria, la ganadería moderna fue cambiando la raza tradicional de parda por las pintas, más lecheras, pero que nunca llegarían a alcanzar el desarrollo de trabajo realizado por la parda, que durante siglos fue la reina en la montaña. "Una pareja de parda hacia las labores del tractor, araban, sembraban, trillaban, bajaban la leña...", recordaba este sábado el veterano ganadero, que explicaba que "estaban todo el año uncidas, además te daban una cría y te suministraba la leche para el consumo de la casa". Gracias a esta raza fueron muchas las familias que con menos de 10 ejemplares sacaron a sus hijos adelante e incluso alguna de ellas pudieron enviarlos a la Universidad.
Gastos e incentivos
La exposición contaba con reses de Castilla y León y del Principado de Asturias, con los gastos de transporte sufragados por la Federación Española de Parda Alpina, mientras la alimentación y otros gastos derivados corrieron a cuenta del Ayuntamiento de Puebla de Lillo. También recibieron los ganaderos un incentivo por la presencia de sus animales. La feria se completó con más de una veintena de puestos de venta de diversos productos y con una demostración de lucha leonesa infantil celebrada en el pabellón deportivo.
Con todo ello la Federación Española de Parda de Montaña está tratando a través de estas exposiciones la recuperación de esta raza que durante siglos formo parte de la mayoría de las familias de toda la Montaña. La muestra será clausurada este domingo.