23/01/2020
 Actualizado a 23/01/2020
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El aula PT (Pedagogía Terapéutica) hoy es normal e imprescindible en todos los colegios de España. En nuestro instituto era el aula de Berta, la profesora, la única que tenía su propia clase. Pero el recorrido para llegar el PT en todos los centros ha sido largo y difícil. Recuerdo que por los años 70, con la Ley General de Educación, se empieza a hablar de educación especial como una forma de atender a estos alumnos con necesidades educativas especiales (ACNEE) paralelamente al sistema educativo, pero separada de este. Será en 1990, con la Logse, cuando de forma explícita y con cierta profundidad se aborde la atención educativa a los alumnos con necesidades educativas especiales integrados con todos los demás alumnos españoles. La Logse propone un currículum común para todos, no excluyente, con las necesarias adaptaciones que garanticen la atención a la totalidad de los alumnos.

Mª Antonia Casanova Rodríguez, licenciada en Pedagogía, Educación Especial, dice que «la integración escolar consiste, en síntesis, en la incorporación de todo tipo de alumnos a los centros escolares ordinarios, sean cuales fueren sus diferencias o necesidades individuales. Es un reto para la escuela. Es simplemente mantener una conducta coherente en todos los ámbitos de relación del sujeto si se pretende, realmente, la integración social y la igualdad de derechos de la persona».

Como consecuencia de esta integración van a llegar a los colegios los PT, maestros especialistas en pedagogía terapéutica que, con una preparación específica, asumen en cada centro las medidas de atención a la diversidad y dan la respuesta educativa para atender las necesidades específicas de apoyo de los alumnos.

Tuvimos en los centros un periodo de adaptación hasta que asimilamos y nos acostumbramos a estos profesionales de la Pedagogía Terapéutica que realizaban un trabajo poco conocido y, a veces, poco valorado. Hoy por hoy su trabajo es estimado y reconocido por todos porque tienen una sensibilidad especial para sacar lo mejor de cada niño. El perfil del PT exige una gran vocación y dedicación. Su trabajo diario es un arte que necesita mucha ilusión, tesón, tenacidad, ánimo, perseverancia… y amor.

Yo veía a Berta cada inicio de curso diseñar, en el Plan de Acogida, el programa de trabajo de sus futuros alumnos, junto con los profesores y tutores, basándose en los informes y pronósticos del final del curso anterior y en los diagnósticos del orientador del centro. Ella elaboraba minuciosamente su horario para abarcar al máximo de necesidades de sus alumnos. Se reunía y estudiaba detallada y metódicamente con el resto de los miembros del claustro el seguimiento y evaluación del alumnado con necesidad específica de apoyo educativo, especialmente en las áreas instrumentales de Lengua y Matemáticas. Y, principalmente, colaboraba con el profesorado, uno por uno, en las adaptaciones de materiales didácticos que cada alumno necesitaba: un plan de trabajo programado para cada alumno y su seguimiento y evaluación. Se trata de hacer la misma labor, pero con otros métodos y a otro ritmo, para lograr la meta deseada.

Por último, ella estaba y participaba en las evaluaciones de todos los grupos de la ESO e informaba a las familias trimestralmente de los avances de sus niños.

Entré muchas veces en la clase de Berta. Uno, dos o tres alumnos como máximo. Podría contar muchas anécdotas porque cada alumno era diferente y especial. ¡Con qué cariño intentaba que asimilasen los conceptos! Ella me comentaba que su objetivo era conseguir la competencia suficiente que les facilite el avanzar al nivel que cada uno sea capaz. Reconozco que se necesita destreza, habilidad, maña, talento, ingenio y maestría para sacar lo mejor de cada uno de aquellos niños.

Nuestro agradecimiento y consideración a todos los PT. Confieso mi debilidad y simpatía por vuestra tarea. Realizáis una labor fundamental, esencial e imprescindible en los centros educativos. Gracias.
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