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Próxima estación

02/10/2019
 Actualizado a 02/10/2019
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Una cesta agujereada soporta, a pesar de las pocas mimbres que le quedan tras años acarreando frutos de todas las temporadas, una docena de membrillos que esperan acabar la maduración al tiempo que le ponen olor al portalón. Pronto quedarán reducidos a una masa de color naranja con una buena dosis de azúcar. «Con algo habrá que endulzar el invierno», comentan los que aprovechan las horas de sol en los corrales antes de que la solombría los inunde durante la mayor parte del día. Del otro lado de las tapias se escucha el hacha golpeando contra la madera reduciendo un tronco a tarugos que darán en pocas semanas vida a una lumbre que llevaba ya meses apagada y que va calentando estos días con el asado de los pimientos. La madera arde al tiempo que el pimiento pierde el rojo a favor del negro y deja paso a un sabroso manjar del que también echar mano hasta la próxima campaña de huerta. De ellas se recogen los últimos ‘pelos’ de las matas más tardías, se convierten en salsa los tomates y se palean los nogales. Las vides se van quedando sin racimos con una vendimia para la que las cuadrillas ya son solo el eco de aquellas canciones que entonaban entre cestos repletos de uvas camino del ‘varcellar’. Engordan los gochos a ritmo vertiginoso a sabiendas de que San Martino ya llegará más pronto que tarde. La noche apura su llegada y ya nadie dice que no a una escudilla con sopas para entonar el estómago antes de alcanzar el catre. Los pies fríos barruntan la pronta llegada del brasero y las alacenas vuelven a llenarse de manjares con los que afrontar la estación más larga, la del invierno. Esa que llenará amaneceres de niebla y hielo. La del silencio en las calles y humo en las chimeneas. Tan quieta pero tan llena de vida tras las puertas que siguen abiertas en los pueblos cuando arrecia el frío.
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