26/02/2021
 Actualizado a 26/02/2021
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El circo continúa. En la pista, un rapero haciendo de dios y demonio al mismo tiempo, malabaristas lanzando adoquines, acróbatas saltando al son del estribillo ‘libertad de expresión’, que poco tiene que ver con su número, y domadores alargando el espectáculo con un fallido número de magia, pretendiendo cubrir la ruina del negocio tras la cortina de humo de hipnotizantes fuegos, hasta que los tigres amaestrados reciban la orden de pasar por el aro, coincidiendo con los noticieros.

Llegados a este punto, con el off pulsado para no morir de hartazgo ni de asfixia y que no te crezca más el desaliento, aparece algo inesperado que nada tiene que ver con la barbarie, pero sí con jóvenes y música, reconciliándote con ellos en el acto: la Diputación de León, a través del Instituto Leonés de Cultura, lanza la segunda entrega de ‘Son de León’. Un placer para los sentidos ver, frente a jóvenes rompiendo la paz por la que sus mayores lucharon, a jóvenes leoneses tomando el relevo de los suyos, cogiendo la antorcha de nuestra música tradicional. Frente a letras destilando odio, cantares leoneses. Frente a los violentos, la fuerza de las mujeres de Gritsanda armadas de voces, alpargatas, cántaros y manos, creando ritmos hipnóticos. Para la asfixia del asfalto ardiendo, bocanadas de aire limpio y la infinita paz de los paisajes donde han sido grabados los vídeos. Un auténtico regalo que alivia el ánimo y acalla el griterío de algaradas con canciones encadenadas en el aire y ecos de tambores, panderetas y gaitas sobrevolando montes y valles, desde Babia a tierras Maragatas, desde Prioro hasta Pombriego, de la ribera del Torío a la del Órbigo, llegando al silencio de una bodega-cueva del Páramo, donde la mágica voz de Xana te invoca desde dentro, sin más compañía que la oscuridad y las barricas en las que duerme el vino de la comarca. Música brotando del fondo del desfiladero de los Calderones y volando hasta la cima del Cueto Rosales, donde la voz de David roza el cielo. Desde un humilde hórreo de Prioro hasta lo alto del Castillo de Cornatel, donde Los Pamplinas inundan el valle con sus voces. La rabia de los vándalos vencida por la dulzura de las Tsacianegas y sus maravillosos panderos cuadrados, por el sosiego de las sebes y la paz de un molino del Alto Sil, donde un acordeón forma un dúo con el agua del arroyo. Cuánto derroche de música, cultura y paisajes en este precioso y balsámico trabajo con el que el ILC permite que jóvenes valores de la música tradicional leonesa sean profetas en su tierra.
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