Aunque las peripecias de Mario para salvar a la princesa Peach de las garras de Bowser o las de Link en busca de Zelda siguen siendo motivo de culto entre los fanáticos de la gran ‘N’, el esterotipo de princesa indefensa está condenado a la desaparición, dejando paso a personajes fuertes, independientes y con carisma por los cuatro costados (y píxeles).
La última prueba de que algo está cambiando en el mundillo es la decisión de Electronic Arts (EA) para mostrar al mundo la nueva entrega de Mass Effect. En esta saga es el jugador el que tiene la posibilidad de elegir el género del protagonista y, entre tiroteos, explosiones y carreras a contrarreloj para salvar la galaxia, tener algún que otro escarceo romántico con sus compañeras (o compañeros) de patrulla. Aunque Mass Effect siempre ha ido un paso por delante de cualquier tipo de clichés, que fuera la versión femenina del personaje el elegido para protagonizar el trailer de Andrómeda, es significativo. "Creo que la industria y todos nosotros hemos avanzado desde entonces. Nuestros juegos permiten elegir al protagonista, algo que todos aceptan y entienden. No es necesario identificarte con un personaje cuando ves un póster de una película y nosotros hemos aceptado esa tendencia", explica el jefe de Bioware, Aaryn Flynn, en una entrevista a Eurogamer.

Sagas que tienen la testosterona como bandera, como Gears of War, con tipos duros y músculos de acero luchando contra las abominaciones a golpe de Lancer, tenían a una Reina como su némesis y han incluido personajes femeninos jugables en sus últimas entregas.
Y las que ya contaban con una heroína como protagonista, se consolidan. Esta misma semana sale a la venta Mirros Edge: Catalyst, narrando el pasado de Faith Connor’s y su lucha para salvar la Ciudad de Crista.
Solo queda romper una última barrera: los E-Sports. En el circuito de videojuegos profesional, todavía cuesta ver mujeres. La LCS de League of Legends, la competición que más dinero y espectadores mueve, no cuenta con ninguna jugadora profesional.